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12 de septiembre de 2011

Sôber en el Rock in Way

Ahora mismo tengo tres documentos de Word abiertos. Uno, con el borrador de la crónica del Rock in Way de este fin de semana pasado, otro con un artículo que estoy preparando para The Drink Tim que todavía no sé qué puede llegar a ser, y este, en el que vengo a intentar descargar la adrenalina que llevo juntando desde el viernes, y que no se quiere ir.
Antes de marchar para Santiago escribí una entrada de blog con fotitos del monte que decía algo de “me dieron acreditaciones para el Rock in Way de Santiago y al momento de escribir esto (viernes a las 12 y media del mediodía) todavía no he ido, así que supongo que cuando vuelva haré una entrada con las fotos y cosas que tenga. Posiblemente la deje programada para publicarse unas horas después de esta”. No me he podido aguantar y modificaré esa parte, porque sí han pasado cosas con el Rock in Way, y no puedo hacerlas esperar.
El festival en sí no fue demasiado. Grupos que no conocía y que a día de hoy sigo sin conocer o siguen sin interesarme. Choques con la promotora que hacen que tenga ese segundo Word abierto, frío y aburrimiento en general hicieron que, si no tuviera que trabajar, me hubiera venido para Coruña el viernes a la noche, porque más allá de los conciertos de Sôber, The Offspring, y las patatas de Gadis, casi todo el resto fuese prescindible.
Pero vamos por el principo.

El viernes, hasta poco antes del concierto de Sôber, aquello estuvo muerto. Y quien diga lo contrario es que miente o necesita un oculista. Hasta que empezaron Riff Raff (tributo a AC/DC) aquello estaba vacío. Tan vacío que estuvimos de charla con Sôber sin que nadie molestase (sí, has leído bien, pero eso viene más tarde).
Es decir, de las 4 y media de la tarde hasta cerca de las 9 y pico, casi 8, no llegábamos a las 500 personas allí dentro, a ojo. Es cierto que el recinto es grande y estábamos desperdigadas, pero frente al escenario y en las gradas tampoco se llegaba a las 200. Luego con The Offspring sí se petó.
Mientras algunos de los primeros grupos tocaban, o mientras acababan unos y no empezaban otros (que algunas veces no te daba tiempo ni a cambiar de escenario de lo rápido que iban) David y yo nos pasamos por los puestos de merchandising. Ya los conocíamos porque eran las mismas personas que habían estado en el Brincadeira hace unas semanas, y no les dimos muchas vueltas. Cerca de una carpa de Gadis donde podías posar con una gaita a cambio de una camiseta de Maloserá estaba el puesto de merch oficial. Tenían camisetas del festival, de Sôber, de algunos otros grupos, el Superbia a vender (en 3D también) y esas cosas. Pero vimos unos carteles que nos llamaron la atención “Firma de discos de Sôber el viernes de 19 a 20)”. Ojojojojo. Sabía que la iban a hacer en Getafe en el En Vivo al día siguiente, pero no había visto nada de Santiago. Ojojojojo.
Seguimos viendo los grupos hasta que llegaron al puesto, abrigados con manga larga y gorros (no los culpo xD). Alguna gente se acercaba a que les firmaran cosas, y mientras David compraba una camiseta que luego le firmaron, yo debí quedarme con cara de boba mirándolos durante un buen rato. Finalmente, nos acercamos a hablar con ellos y a sacar un par de fotos. Me daba vergüenza, pero acabé enseñándoles el tatuaje (no se lo esperaban xD), nos sacamos fotos con el tatuaje xD

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Esta está firmada porque va para el facebook de The Drink Tim :D

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:D :D :D :D :D



Tras firmarme la libreta en la apunto las cosas de los conciertos para hacer las crónicas (ahora voy a ir bien acompañada muahaha) les dije algo de “me da algo de vergüenza, pero tengo que enseñarlo”, y me retiré el pelo. Hablaron todos a la vez, recuerdo haber escuchado algo de “¿pero por qué vergüenza?” y algo más, pero no sé más, la primera laguna del día. Luego dijimos de sacar una foto con el tatuaje a la vista, así que me coloco de frente a ellos, de espaldas a la cámara, escucho un “mujer, así no se ve” y noto como unas cinco manos que me cogen de los hombros y me giran. Yo me dejé hacer, me apoyé en la caseta para notar tierra firme, y de ahí hasta que le saqué las fotos a David tengo lagunas xD
Por no ser pesada luego nos fuimos a ver cómo acababan Riff Raff y bajar cerca de las 8 y pico al frente del escenario grande para poder ver bien su concierto. Había ya gente guardándose sitio para The Offspring (qué rabia me da la gente que no deja ver conciertos por otros que van a ser 3 o 6 horas después, como en el Sonisphere, que no disfruté de Gojira, Sôber y Arch Enemy por los pesados que querían ver a Slash), y no llegamos a primera fila, pero sí a pisar los hierros de las vallas en segunda, holgados. No tuvimos demasiada gente por detrás, o por lo menos yo no noté agobio, porque no miré para atrás.
No sé a qué hora empezaron porque estaba demasiado ocupada preparando la cámara (no me habrán dado la acreditación, pero por mis huevos que sacaba fotos), pero de nuevo, con el sonido de los carillones y la intro de Superbia salieron a escenario. Saltar, cantar, y pensar “la tía que tengo delante me va a odiar, pero que se joda”. Hicieron un setlist raro, que no esperaba para nada. Tocaron Diez Años, Paradÿsso y Oxígeno, pero no Fantasmas, Sombras o Tic Tac, por ejemplo. Acabaron con Loco, por ejemplo. Pero mi momento llegó a casi el principio del concierto. Sería la tercera canción, yo todavía tenía la cámara en la mano, y escucho que Carlos dice que van a tocar Umbilical. Solo fui capaz de pensar “la tocan, la tocan”, mientras dejaba de ver y guardaba la cámara todo lo recta que podía para empezar a saltar. No había empezado la canción, y sentí como una burbuja enorme me crecía dentro del pecho, hasta no caber y explotarme dentro, salirme por los ojos y no ser capaz de hablar. Lloré como una tonta durante todo Umbilical, sintiendo cada palabra como solamente se sienten las canciones en directo, preocupándome de que nadie me viera porque tenía que estar pareciendo muy tonta, y tampoco quería que nadie me interrumpiese. Es mi canción, es mi tatuaje, y aquella era mi burbuja.
Acabé la canción bastante recompuesta, pero como si hubiera durado 30 segundos. No recuerdo gran cosa de ella, salvo la sensación de burbuja, de estar botándome todo por dentro y de, irónico, querer que durase siempre.
Seguimos emocionados con el concierto, saltando, gritando, y dándoles golpes colaterales a los de delante. Al ver que colocaban los tambores para Manu, y como sabíamos lo que iba a pasar, saqué la cámara compacta y se la di a David, mientras preparaba la mía para sacar las que al final fueron las mejores fotos de todo el fin de semana. No digo nada más porque hay gente que los va a ver en unas semanas, y quiero que, si todavía es posible, se lleven la sorpresa. A lo mejor sube David el vídeo a Youtube, yo recomiendo que quien vaya a verlos en directo no lo vea todavía. Es mejor sentirlo sin conocerlo.
El concierto se acabó demasiado pronto, como siempre. Cumplieron, se lo pasaron bien (se les veía, aunque también se notó que estaban pensando en el concierto del día siguiente y no se cansaron demasiado) y me dejaron agotada pero a la vez recuperada. De algo. No sé lo qué.
Mientras saludaban a la gente, repartieron las pocas púas del día. No llegué a coger la de Jorge (de Antonio ya tengo dos, aunque no de esta gira), y cuando se acercó Carlos no fui capaz de controlarme y me lancé contra el huequito de valla que tenía al lado, apartando, posiblemente con dolor, a la chica que tenía a la derecha. Le estiré la mano a pedirle la púa, y tiró algunas hacia mi zona, pero no llegaron hasta nosotros y las recogió un segurata. Estiramos varios la mano, entre ellos la chica que a esas horas debería estar odiándome, y para mi sorpresa, el segurata esquiva la mano del tío que tengo a la izquierda, mientras la chica le dice “a ella, a ella”, y el tío me la coloca en la mano. Tuve que abrazarla. No la quería porque su pelo se había colado en varias de mis fotos y no me había dejado valla, pero me acababa de poner en la mano una púa de Carlos. Tuve que abrazarla mientras le decía varias veces “gracias, gracias”.
Triángulo de amor bizarro empezaban en el escenario de abajo, y mientras iba poniéndome la cabeza en el sitio dimos un par de vueltas a ver cómo estaba el tema comida y decidíamos sentarnos en las gradas para ver a The Offspring, los siguientes.

Llegamos a la pensión donde dormimos unas horas después, cerca de las 2 de la mañana. Recuerdo que mientras David iba al baño saqué la púa para hacerle un par de fotos, y no sé cómo describir la sensación de tocarla allí, con tranquilidad. Verla, saber que estuvimos con ellos casi en familia, que ahora van en mi libreta de conciertos, que les gustó el tatuaje y no me trataron como la loca que a lo mejor soy, que me tocaron, que volví a verlos en concierto, que tocaron Umbilical y que esa canción me llega mucho más de lo que pensaba.

El viernes, antes de ir a Santiago, me levanté con la misma cara que cuando me desperté antes de salir para el Sonisphere, o el octubre pasado. Esa cara de “hoy los vuelvo a ver”. El sábado me desperté con la sensación de estar muy contenta, de haber vuelto a soñar con ellos (esto ya a lo loca perdida), de haberlo pasado genial y que el sábado iba a ser aburrido y seguiría peleándome con Last Tour por ponerme todas las complicaciones que pudieran, pero había valido la pena por el concierto, por verlos, por estar con ellos y por tener la púa.
Ahora a esperar a que las fechas que van confirmando en la gira pasen de nuevo por Galicia. Y volver a tener esa sensación de que el mundo se acaba en los laterales del escenario, que más allá de las puertas, de las verjas, no hay nada más.

1 comentario:

Isi G. dijo...

Enorme la crónica^^ Y que sepas que espero la parte de The Offspring y que eres una mardita!!! :P

Besazos^^