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24 de agosto de 2013

Resurrection y resurrección, pt.II


Vuelvo a seguir contando cómo fue la aventura del Resurrection. Habíamos quedado en la primera noche, después de la salvajada que fue el concierto de Lamb of God, Gerardo fue en busca de una fuente para sacarse toda la tierra de encima, y tras montar un barrizal en sus propias piernas y en la toalla, nos fuimos a descansar.
Por cierto, reportaje de Metalovisión sobre el primer día del festival:


Caímos dormidos en menos de dos minutos, y no despertamos hasta la mañana siguiente; dormimos todo seguido a pesar de dormir en el suelo y compartiendo un saco a modo de edredón.
Por la mañana, desayunamos y fuimos a la ducha. Como era relativamente temprano y el camping todavía estaba durmiendo (porque tras el concierto de Sylosis, que acabó a las 4, la fiesta continuó), pillamos agua caliente en las duchas y por lo menos en el baño de chicas no había cola.
Luego nos volvimos a la tienda y, “sin querer”, nos volvimos a quedar dormidos durante una hora más. Y luego ya nos pusimos en marcha.
Después de dormir un rato más, tocó ordenar la tienda antes de salir a buscar comida. Doblando la ropa del día anterior y separando la “ropa radiactiva” del concierto del día pasado, me di cuenta de que la camiseta de Gerardo tenía sangre a la altura de un hombro. No gotas ni mucha, más bien como si alguien anduviese con un labio sangrando y se hubiese chocado contra él... pero alguien andaba por allí con la cara partida. En los comentarios de Youtube de un vídeo de Lamb of God vi a un tío decir “a mí se me abrió el labio con un codazo que no vi venir”. Probablemente la sangre era suya xD
Mientras yo estaba fuera de la tienda y Gerardo dentro ordenando sus cosas, vimos por primera vez a los que teníamos en una tienda que montaron a nuestro lado. No sé si suerte, casualidad o cómo fue, pero teníamos como vecinos a David Sobrino y al equipo de Metalovisión que fue a cubrir el Resu. Cuando lo vi salir de la tienda instintivamente lo saludé y él se quedó como “ehhh... hola” xD

Ese día volvimos a comer empanada. A mí me da igual repetir empanada todos los días que sean, pero tenía miedo de que a Gerardo no. Pero también le daba igual, y no le parecería suficiente, como vimos unos días más tarde, cuando fuimos a Santiago, cuando volvió a pedirme comer empanada cuando podíamos ir a cualquier otro sitio y comer de plato.
Después de comer fuimos en busca de los otros de Castellón, que estaban más o menos despiertos y vivos. Comentamos el día pasado con ellos, y hubo opiniones enfrentadas en cuanto a Trivium: estábamos los que nos habíamos aburrido y pensábamos que no se esforzaron en tocar, y los fans que era la primera vez que los veían y decían que les habían encantado.
Ellos hicieron sus planes para la tarde que iba a empezar pronto, pero eran diferentes a los nuestros, así que volvimos a ir por nuestra cuenta. Nosotros queríamos subir a tiempo de ver a Vita Imana, poco después de las 5 de la tarde, y ellos subirían un poco más tarde.

Así que a las 4 nos pusimos en marcha. Llegamos al recinto con antelación y nos dio tiempo a coger buen sitio. Escuchamos desde lejos a Violent Eve y me dije mentalmente que tenía que escucharlos tranquilamente en casa (otro grupo de Sobrymusic con un par de miembros de Skunk que nunca había escuchado). Conseguí sitio en las vallas, y esperamos a Vita Imana.
Qué ganas tenía de verlos. Cuánto tiempo esperando para verlos, y poder hacerlo con Gerardo a mi lado agarrándome fue mucho mejor de lo que hubiese esperado. Fue un concierto cortito (apenas 30 minutos) pero muy intenso. Hubo de todo, desde cantar/gritar, algún pogo, un wall of death, Javier Cardoso que bajó al público y se metió en medio del lío... y Un nuevo sol. La canción gracias a la que nos conocimos y que, por suerte, no puede faltar en un concierto de Vita Imana.
Estamos a la derecha de la foto, delante de las vallas (esa cabeza bajita, y Gerardo justo detrás de mí) (click para agrandar):

La sensación al terminar el concierto fue como la de Lamb of God: dolor, cansancio, el saber que te lo has pasado muy bien, pero no saber exactamente qué ha pasado. Fuimos a por reservas de agua y descanso, y como empezaba a tocar un grupo que yo quería escuchar en directo, pero no vivir desde delante, nos sentamos en la hierbita a escuchar a Nao. No me decepcionaron pero no fueron todo lo que esperaba que fuesen, y tras reponer fuerzas nos fuimos al puesto de merchandising oficial.
No trajeron tallas pequeñas de las camisetas de Vita Imana, pero por fin conseguí un Uluh original. Después de intentar conseguirlo de diferentes maneras, de haber fallado los dos conciertos de Galicia y de que mi pago por la review en Thedrinktim nunca llegó, por fin lo conseguí. La camiseta tendrá que esperar a otro concierto en el que estén solos. Y Gerardo también se cogió uno para él.
Para nosotros, lo más intenso de ese día ya había pasado. Por sugerencia mía luego fuimos a la carpa a saltar un poco con Lendakaris Muertos, y mientras no empezaban, escuchamos a Dawn of the maya desde allí, que acababan de empezar. Antes de empezar en la carpa, nos cruzamos con el novio de una excompañera de piso mía, la única con la que me llevé realmente bien. Nos saludamos brevemente y él se fue con su grupo. Escuchamos a Lendakaris desde la carpa mientras no hubo demasiado polvo y luego salimos.
Estábamos esperando a la firma de discos de Vita Imana. Habíamos leído en internet que iban a hacer una, pero no sabíamos dónde ni cuándo. Por el recinto vimos al grupo y los fuimos persiguiendo hasta que se quedaron reunidos en una esquina, nos quitamos la vergüenza y fuimos a saludar. Conseguimos hablar unos 5 minutos con Javier Cardoso, aunque la impresión y la vergüenza nos impidieron darle las gracias de verdad por lo que hicieron por nosotros sin darse cuenta. Para la próxima no falla, lo juro.
Dimos por supuesto que no iban a hacer firma de discos, y nuestra sorpresa que la hicieron un rato después, cuando nos habíamos ido. De todas maneras, no teníamos cámara de fotos para sacarnos foto con ellos, y tenemos una excusa perfecta para volver a verlos y volver a hablar con ellos.
Fuimos a merendar/cenar algo. Gerardo cogió pasta vegana y yo unas patatas. Éramos unos falsos veganos. Durante todo el fin de semana bromeamos con la idea de coger pasta vegana e ir al puesto de los chorizos a que nos pusieran uno troceado, pero al final no lo hicimos.
Cuando estábamos acabando nos encontramos con los amigos de Gerardo, que salían a coger comida a los puestos ilegales de fuera. Fuimos con ellos y luego nos acomodamos en un jardín que había y se nos fue el tiempo volando. Entre los diferentes temas que se tocaron estuvo el “por qué no hay casi tías, que no sea postureo, en el hardcore/metal?”, a lo que llevo respondiendo un par de días en mi muro de Facebook xD
Cuando nos dimos cuenta, corrimos hacia el recinto para ver a Exodus. Realmente, el thrash cada vez me aburre más, y aunque conocía el nombre, nunca había escuchado nada de Exodus. No tocaron mal, a la gente se la veía animada, pero en ningún momento tuve ganas de saltar hacia adelante a meterme entre la gente a correr.
Luego no sé qué hicimos, la verdad. Después de Exodus hicieron dos conciertos más en los escenarios más pequeños y luego salieron Slayer. Entonces descubrí que los grupos realmente grandes y míticos no me gustan en directo: me pasó lo mismo que con Europe. Me aburrí mortalmente y me decepcionaron en directo: volvemos al tema de que el trash no me atrae demasiado, y si lo juntamos con canciones de un sonido muy parecido y una interacción 0 con el público... para eso mejor lo veo en casa. No saludaban ni entre canciones, simplemente tocaban, paraban, empezaban otra...
El cansancio se empezaba a notar, y como los dos no estábamos aburriendo un poco, nos fuimos al bus para que nos devolviese al camping. Nos hubiera gustado esperar hasta las 4 de la mañana y ver a Display of Power, de los que le hablé maravillas a Gerardo, pero no hubo cuerpo. También me dio pena que él no viene a The Exploited, aunque dijo que no le importaba.
El camping estaba tranquilo, nos metimos a dormir y volvimos a caer rendidos a los pocos minutos.
Y el reportaje de Metalovisión del segundo día:

La mañana siguiente el plan fue casi el mismo: despertarse temprano, ir a la ducha de agua caliente, desayunar y volver a dormirse. Pero tras varios días de estar viviendo en el suelo, queríamos ir a comer a un sitio sentados en sillas, a poder ser acolchadas, y comer caliente. Pero no pudimos. Pateamos Viveiro, en busca de una mesa vacía (apenas eran las 2 de la tarde), pero no hubo manera. Los jevis cuando se hacen mayores se vuelven cómodos... y la comida de Galicia tiene buena fama por algo. Tuvimos que volver al camping y comer la media empanada que nos había sobrado del día anterior.
De nuevo, la tarde empezaba temprano para los dos. Rise to fall tocaban a las 5 y yo tenía ganas de verlos. Gerardo los había visto en el Costa de Fuego y había quedado impresionado, y a las 5 estábamos allí.
Me gustó el concierto y espero poder verlos conociendo sus canciones, porque por bien que toquen, me faltaba ese punto acabar de disfrutarlo. Pero con suerte, es un grupo que seguirá, que hará giras y podré volver a verlos.
Le siguieron los dos peores conciertos de todo el festival, los dos, tristemente, protagonizados por mujeres: We ride y El día de los muertos. En los dos, que fueron seguidos aunque en escenarios diferentes, cantaba/gritaba/loquefueseeso una tía. Y ambas lo hacían un poquito mal. Dice Gerardo que no me escuchó gritar durante Vita Imana u otros conciertos, pero espero que cuando yo grito, no suene como esas dos.
El concierto que más esperábamos del sábado era el de Toundra, pero antes de que empezasen nos acercamos a ver a Crisix, otro grupo de Sobrymusic, de thrash. De nuevo, el estilo no me entusiasma, pero su saber estar en el escenario, sus coñas, lo divertidos que hacen los conciertos lo compensaron y lo pasamos bien sin esperarlo.
Y luego, Toundra. Gerardo no los conocía, pero yo los llevo escuchando bastante tiempo y tenía muchas ganas de verlos en directo. Tocan postrock, o rock progresivo, instrumental. Es decir, no tienen voces y las canciones se basan únicamente en instrumentos, con los que crean pasajes y atmósferas especiales y únicas. Tenía miedo de que a Gerardo no le gustasen y se aburriese, pero por suerte me equivocaba.
Toundra tocaban en la carpa, y también esperaba que fuésemos pocos. Mi sorpresa (y la de todos, incluido el grupo) cuando descubrimos que la carpa estaba llena de gente. Y la gente le gritaba al grupo. Fue el concierto más especial de todo el Resurrection. No esperaba esa reacción del público, y creo que en realidad nadie la esperaba. La gente gritaba, saltaba, daba palmas... todos apretados bajo la carpa, escuchando al grupo y las canciones. Yo miraba para Gerardo y lo veía flipar como “pero qué bien suena esto”. El concierto se hizo cortito, porque apena les dieron 40 minutos de actuación. Pero cuando acabaron pedimos otra, aunque con los tiempos tan medidos no hubo suerte.
Salimos de la carpa encantados. El ambiente que se había formado, el buen rollo, la sorpresa del grupo al ver la reacción de la gente y sus caras de agradecimiento y de estar alucinando al terminar hicieron que fuese un concierto único, y completamente inesperado. Para Lamb of God esperábamos las hostias, para Slayer esperábamos cantidad de gente, porque siempre hay cosas que esperas. Pero no esperábamos esto.

Yo veía como Gerardo no recuperaba fuerzas tras la paliza de Lamb of God. Había estado dolorido y cansado desde entonces, y yo le veía en la cara que se le iban agotando las pilas definitivamente. Pero aún queríamos hacer un último esfuerzo: Killwitch Engage. Yo quería meterme entre la gente a saltar y a gritar, aunque tenía miedo de que se sintiese incómodo. Me dijo que no importaba, y que si no estaba a gusto se iría a un sitio más relajado. Creo que cenamos antes, pero no estoy muy segura; y nos fuimos a coger sitio para Killswitch Engage. No tanto como las vallas o como las primeras filas, pero sí en medio de la gente.
No recuerdo gran cosa del concierto, pero sé que lo pasamos bien. Saltamos, cantamos, dimos palmas e incluso se abrió un pogo bastante grande justo delante de nosotros. Luego se abrió otro a un lado y fue brutal cuando se unieron. Pero no nos llevamos empujones y golpes, aunque sí comimos algo de tierra y yo tuve el pañuelo puesto delante de cara casi la mitad del tiempo.
Al terminar, Gerardo estaba cambiado: decía que algo así animado era lo que necesitaba, y ya decidimos quedarnos hasta que el cuerpo no diese más, o por lo menos, hasta Bad Religion, los grandísimos cabezas de cartel.
Horas antes habían avisado de que anunciarían el cabeza de cartel del festival del 2014 antes del concierto de Bad Religion, y queríamos esperar por lo menos hasta saber quiénes eran. Pero cogimos un buen sitio y ya decidimos quedarnos durante el concierto.
Anunciaron a NOFX, entre gritos y saltos por parte de casi todo el público, y salieron Bad religion a tocar. Aguantamos casi todo el concierto, hasta que de nuevo el cansancio nos pudo, y cuando llegamos a la tienda en el camping decían por Twitter que el concierto estaba terminando ya.
No hay publicada todavía el reportaje del tercer día del festival :(

La mañana siguiente fue rara, como todas las mañanas de despedidas de festivales. La gente estaba dormida, pero recogía las cosas para llegar pronto a casa. Ya no había congas hardcore y la mayor parte de la gente que llevaban todo el festival cantando y gritando ya estaban sin voz. Desayunamos, recogimos la tienda y sobre las 12 y pico salimos del camping.
Cuando nos íbamos, Sobrino y Metalovisión quedaban despertándose, y aunque tuve muchas tentaciones de ir a hablar con él y contarle nuestra historia, al final no lo hicimos.
Comimos temprano en la cafetería de la estación de autobuses, y a las 3 de la tarde, un bus cargado con gente destrozada del festival salía hacia Coruña. Los conductores se portaron genial, y como llenábamos el autobús con gente que iba directamente a Coruña, nos hicieron un trayecto directo, sin paradas y sin rodeos. En vez de tardar casi 3 horas en llegar, tardamos una y media. Y el resto, una vez en Coruña, fue sentarse a esperar al bus que nos llevase de vuelta a Corcubión.
Y ahí se acabó el Resurrection: llegamos a mi casa, dejamos la tienda de campaña y los sacos y nos fuimos al hotel a seguir con la aventura de la Costa da Morte.

Es probable que repitamos el próximo año. A ver qué cartel traen, porque el festival, la organización, el ambiente y las instalaciones son una pasada. En ese sentido, el mejor festival al que he ido.

18 de agosto de 2013

Resurrection y resurrección pt.I

Hace ya 15 días que terminó el Resurrection Fest de este año, pero he tenido poco tiempo para ponerme a escribir sobre él. Aún así, aunque haya pasado el tiempo, es algo de lo que me acuerdo a diario y sobre lo que tengo bastante hype. Vamos, que sigo pensando que ha sido brutal e inmejorable.

Esta entrada se puede considerar anexa a la última. Empieza cuando Gerardo llevaba aquí unos días, mientras solo había conocido mi pueblo y parte de a Costa da Morte. Era miércoles ya, 31 de julio, por la mañana (muy de mañana, tanto que el sol estaba apenas saliendo) cuando nos pusimos en marcha. Mientras yo me duchaba, Gerardo veía cómo empezaba a amanecer a través de la ventana del hotel. Ya teníamos casi todo recogido y la noche anterior habíamos parado por mi casa para recoger la tienda y los sacos para el camping.
Arrancamos para Coruña alrededor de las 9 y media de la mañana, con el coche de alquiler. Dejamos el coche y fuimos dando un paseo por la ciudad hasta la estación de autobuses, porque pensamos que nos compensaba ir en bus y no tener coche esos días. Aunque parecía que podíamos ir algo justos de tiempo pudimos llegar, acomodarnos, ir a comprar los billetes... y tener algo de tiempo libre antes de subir al autobús.
El viaje fue algo pesado. Tuvimos que hacer enlace en Ferrol para poder seguir hasta Viveiro, y estuvimos casi 4 horas allí dentro (entramos en el bus a las 11 y algo de la mañana y llegamos a Viveiro sobre las 3 de la tarde). Gerardo durmió un poquito, y yo llevé el viaje entre escuchar música y pensar sobre qué nos podía estar esperando en Viveiro.
Llegamos a la hora de comer, pero preferimos encontrar el camping y asentarnos antes de pensar en comida. No teníamos muy claro dónde estaba, pero seguimos el rastro de jebis y hardcoretas y lo encontramos a la primera. Ya había unas cuantas tiendas montadas y se respiraba ambiente de camping, encontramos un sitio bastante cerca de la puerta y montamos la tienda. Como mi tienda es de las de Quechua, realmente tardamos más en decidir dónde ponerla que en montarla literalmente. Pusimos las cosas dentro, vimos que por suerte cabíamos los dos (apretujados) en una tienda de una persona, y ya nos fuimos a buscar comida.
En Castellón parece ser que cuando se van de festival, para comer, compran una barra de pan, una barra de fuet y lo mezclan (o no, y van alternando mordiscos de una y de otra), pero en Galicia tenemos algo muy rico, llamado empanadas, y nos alimentamos de eso. Fuimos hasta un supermercado y compramos un par de trozos de empanada, que nos comimos en el camping. A partir de entonces, solamente teníamos que esperar a que pasase el tiempo, porque el festival empezaría al día siguiente.
Hicimos el vago por el camping, luego nos pusimos a hablar con un tío que tenía montada su tienda cerca de la nuestra... y dieron el aviso por internet de que los que pudiéramos, fuésemos a buscar las pulseras para entrar al festival al día siguiente y así ir descongestionando las colas. Nos dimos el primer paseo hasta el recinto del festival, aunque no llegamos a entrar. Pasamos un ratito de cola (como se puede ver en esta foto, justito en el centro:

Con nuestras pulseras bonitas, volvimos para el camping, a seguir perdiendo el tiempo.
El sueño empezó a aparecer alrededor de las 10 de la noche, y tras aguantar un rato, decidimos meternos en la tienda y dormir. El camping tenía mucho ambiente, pero nos habíamos despertado a las 8 de la mañana y habíamos recorrido mucho tiempo con la tienda, sacos y demás al hombro, además de la pateada hasta el recinto y vuelta. Escuchábamos cómo llegaban algunas tiendas (unas más silenciosas que otras, como unos putos chilenos que llegaron gritando como si todo el mundo tuviera que enterarse de que habían llegado), alguna gente cantando, y el momento más lol del camping dentro del festival: la conga hardcore. Había poco que nos habíamos metido en la tienda, y escuchamos un ruido rítmico de fondo. Poco a poco va aumentando el sonido y escuchamos “conga conga hardcore!” y vemos a una fila de casi 200 tíos agarrados por la cintura bailando la conga por todo el camping. Había muchas ganas de festival.

Dormimos apretujados los dos en una tienda de una persona, y el pobre Gerardo un poco encogido (teníamos las bolsas a los pies)., y despertamos temprano, pero tras dormir como 10 horas. El camping todavía estaba en silencio, o la mayor parte de él (algunos aún no se habían ido a dormir). Fuimos a los baños y luego nos pusimos a buscar las duchas. En el baño de chicos Gerardo se encontró con cierto guitarrista y voz de cierto grupo de thrash metal de Albacete que aún no se había ido a dormir y apenas se acordaba de cómo se usaban los urinarios de pie. Desayunamos y fuimos viendo cómo llegaban más y más tiendas que se ponían a nuestro lado, cogiendo un sitio con el que contábamos para la gente de Castellón que venía en autobús.
Ellos llegaron sobre las 12 del mediodía, y tuvieron que recorrer el camping para encontrar un sitio en el que cupiesen todos juntos. Lo encontraron, pero un poco a tomar por culo y lejos de nosotros. Y con el suelo tan lleno de piedras que no hubo manera de clavar casi ninguna piqueta hasta el fondo.
Luego no sé qué hicimos. Creo que fuimos a buscar un supermercado en otra dirección que el día anterior y que compramos para comer, aunque no sé si eso fue al día siguiente. Como fuese, conseguimos comida, comimos, hicimos el vago un poco más y luego echamos a andar Gerardo y yo hacia el recinto de conciertos porque empezaba un grupo que queríamos ver, creo que Against de waves.
Aquello era enorme. Este es el mapa del recinto

Y este es el escenario grande desde arriba, para que os podáis hacer una idea de las dimensiones:

Los conciertos que queríamos ver estaba un poco mal distribuidos. El jueves teníamos Trivium y seguidamente Lamb of God, el viernes solamente Vita Imana a las 5 de la tarde y el sábado podíamos pasear todo lo que quisiéramos porque no teníamos ninguna preferencia. Obviamente, no fuimos solamente a ver a esos grupos, porque, aunque esas eran nuestras prioridades, había muchos otros grupos que queríamos escuchar, pero no vivir de una manera tan intensa: Against the waves, Rise to fall, Rise of the Northstar, Lendakaris Muertos, The Casualties, Slayer, Oddy Lane, Toundra, Nao, Dawn of the maya, Exodus, The Exploited... unos cuantos.
El jueves, hasta que cayó el sol, fue bastante tranquilo. Tras ver a Against the waves nos encontramos con el concierto de Bastards on parade, que daban tanta fiesta que Gerardo se tuvo que meter en el mosh irremediablemente. Tras él, como teníamos un hueco de un par de horas, dimos un paseo por el resto del recinto (merchandising, reconocer dónde estaban los baños y demás cosas) y fuimos a merendar a la tienda. Fuimos caminando, pero pedí que la vuelta la hiciéramos en bus, porque los pies empezaban a resentirse. Merendamos, y llegamos cuando The Casualties estaban tocando.
Como bien dijo Gerardo, fue el primer concierto de punk de verdad que veía en bastante tiempo que no daba pena. No los conocía y me llevé una buena impresión de ellos, no como suele pasar con los crestas que se suben a un escenario. Cuando terminaron, nos fuimos acercando al escenario para ver a Trivium desde cerquita, metidos en el medio de la gente.
Podíamos habernos ahorrado el problema. Primero, tuvimos que aguantar durante la espera a las mojabragas del grupo. Que si uno había dicho nosequé en Twitter, que si blablabla histerismos. Yo espero no ponerme así antes de ver a Sôber, o por lo menos creo que no me pongo así. En fin, se acerca el momento de que salgan: acaba el concierto de la carpa, la gente se acerca, se despeja el escenario de aparatos y gente innecesaria, y salen a escenario. Tocaron un par de temas, uno que conocía y otro que no, había algún amago de pogo que me empujaba un poco y poco más. De eso, con otra canción, que un grupo de adolescentes empezaron a montar un pogo en plan serio, y la única imagen que tengo de él es notar vacío tras de mí, mirar y ver a Gerardo conteniéndolos contra la gente de atrás. Críos vs exjugador de Rubgy, adivinad quién ganó xD
Termina otra canción y desde el escenario dicen que nos echemos un poco para atrás, porque hay un problema con las vallas y tienen que arregarlo antes de que estemos en peligro. Lo intentan durante un momento, y le dicen que tardarán unos 10 minutos en arreglarlas bien. Los del grupo, en vez de intentar distraernos de alguna otra manera, deciden que lo mejor que pueden hacer es retirarse y esperar a que esté arreglado el problema. Allí nos quedamos, con el concierto a medias, mangados, durante más de media hora.
Cuando arreglaron el problema volvieron a salir y siguieron tocando como si nada hubiese pasado. A los dos temas le dije a Gerardo que saliésemos de allí, porque me estaba aburriendo y el concierto no estaba mereciendo la pena estar aguantando empujones y gente apretujada. Y nos fuimos a uno de los laterales, casi en la valla, pero no entre un montón de gente.
Y es cierto, Trivium fue la gran decepción del festival. Hubo una comunicación 0 con el público (solamente se dirigieron al público con el tema de la valla), el setlist fue malísimo, con canciones muy parecidas entre sí y con muy poquitas que me gustasen. Tuvieron una actuación homogénea, aburrida y desganada. Se les veía tocar como se puede tocar en un local de ensayo: las canciones suenan bien, pero no transmitían más. Gente que los había visto otras veces decían que habían estado muy sosos, que en otros conciertos tienen un poco de más agresividad y que transmiten mucho más de lo que transmitieron en Viveiro. En todo caso, a mí me aburrieron. Si hasta parece ser que tocaron una canción nueva, del próximo disco, y ni me enteré de lo homogéneo que estaba siendo todo.
Lo mejor de su concierto fue el bis, que tocaron In Waves y Pull harder on the strings of your martyrs y dieron un poco más de caña. Pero ya ves. Dos canciones entre una hora y media, y al final.

Obviamente, ya nos quedamos allí para Lamb of God. Alguna gente se fue y yo conseguí plaza fija en las vallas y Gerardo tenía pensado irse al centro del mosh a pasar el concierto. Cuando parecía que el concierto se acercaba (como antes: escenario despejado, otro concierto que se intuye que va a acabar, se acerca más gente y la hora, etc) me dejó las gafas, la chaqueta, le di la palestina para el polvo y se fue corriendo.
Me acuerdo poco del concierto de Lamb of God, y eso demuestra que fue una brutalidad. Me acuerdo de cosas que pasaron durante el concierto, pero no mucho del concierto en sí. Sé que empezaron, que empezamos a saltar y a gritar, que tocaron un setlist que ni pedido por encargo, que Randy Blythe es una bestia encima del escenario, que tocaron un montón de canciones que me sabía (y no sabía que sabía tantas canciones de Lamb of God) y que en la última canción de Lamb of God apareció Gerardo hecho una mierda xD
De cosas que pasaron durante el concierto, me acuerdo de que estaba justo por el sitio donde los caídos al foso después de hacer crowdsufing volvían al público (uno se tiró tres veces al público para que lo cogiesen, se hicieron a un lado y se cayó al suelo las tres veces; una tía completamente drogada que estaba viviendo en el país de las nubes de azúcar y los unicornios y un enano cabrón que casi se me cae encima varias veces como una apisonadora), que estuve casi todo el rato detrás de Sobrino, mientras sacaba fotos y veía el concierto desde dentro del foso; y que Gerardo me dijo que como tocasen Walk with me in hell vendría a por mí. Y así, no habían pasado 30 segundos desde que empezó y lo tenía delante. Me dio un beso como pocos y se volvió a ir.
También recuerdo la enorme nube de polvo que se estaba levantando desde el mosh, lo que significa que la estaban liando bien.
En la última canción del bis, Black Label, que tampoco conocía, apareció Gerardo por detrás. Juro que parecía un mapache. Tenía los ojos negros (en realidad, todo lo que no le tapaba la palestina estaba negro) de tierra. Me enseñó la camiseta y estaba empapada de sudor. Las piernas tenían color de barro. Acabó la canción, nos disolvimos, le mandé abrigarse y fuimos a la barra. Se bebió una botella de 33cl de agua sin respirar, tanto que pensé que le iba a dar un chungo. Y aunque tenía ganas de ver a Sylosis, no hubo cuerpo. Yo estaba cansada y él estaba machacado. Nos volvimos al camping, pero antes de ir a dormir fuimos en busca de una fuente para que él se sacase algo de tierra de encima. Madre mía cómo tenía las piernas de tierra. Así como les echó agua encima se convirtieron en un barrizal y necesitó un rato para limpiarse un poco, y aún así dejó la toalla llena de tierra. Se lavó la cara, comprobamos que estaba bastante afónico y cuando consideró que lo que le quedaba en el cuerpo solamente se iría con una buena ducha, nos fuimos a la tienda.

Como se está alargando la entrada, dejo el resto del día del Resu para otra entrada. Pasaron muchas cosas y lo pasamos muy bien, y creo que aún tengo cosas para seguir extendiéndome. Aunque lo más intenso ya ha pasado.
En la próxima entrada tocan Slayer, Toundra y algunas sorpresas, para bien y para mal.

11 de agosto de 2013

15 días con él

Se me ha ido medio agosto sin darme cuenta. He estado 15 días con Gerardo, y cuando nos dimos cuenta, además de habérsenos agotado el tiempo juntos, habíamos pasado unos días perfectos y habíamos adelantado 15 días en el calendario.
Por fin se vino al norte, y parece que se ha ido enamorado de Galicia. Llegó el domingo 28 a mediodía, pero para no perder las costumbres, yo tuve que salir de casa alrededor de las 10 de la mañana. Cogí el único bus del día que me permitía estar en Coruña a las 6 de la tarde, cosas de vivir en el tercer mundo. Salí temprano de casa, llegué al mediodía a Coruña, perdí algo de tiempo caminando y comí temprano en un local de pinchos mezcla de Lizarrán con 100 Montaditos. No me acuerdo mucho de qué tal estuvieron, porque tenía la cabeza puesta en el aeropuerto de Valencia.
Intenté perder el tiempo más rato, pero siendo domingo no tenía muchas cosas que hacer que ir al aeropuerto y esperar. Llegué muy temprano, como a las 3 de la tarde, y me puse a leer bajo el panel de llegadas. Gerardo siempre fomenta mi lectura (ya veremos que no fue la única vez en 15 días) y en el tiempo que estuve leyendo avancé casi 200 páginas de El Médico, libro que me regaló por mi cumpleaños y con el que llevo más de un mes ya, aunque lo estoy disfrutando mucho. Cuando en el panel de llegadas empezaron a anunciar que su avión llegaría a tiempo (cuando apenas había llegado a Madrid para hacer enlace entre Valencia y Coruña) no me dio la paciencia para leer más y me puse a pasear. Y se acercaba la hora de llegada. Y la gente con transporte normal empezaba a llegar al aeropuerto. El panel cambió a “llegada” y me puse casi histérica.
Se abrieron las puertas de salida de los recién aterrizados, y salieron los que llevaban equipaje de mano. Pero las maletas no debían salir por la cinta porque a través de las puertas veíamos sombras pero nadie más salía. Y empezaron a llegar.
Y llegó. Y corrí a abrazarle. Después de 4 meses, conseguía tenerlo a mi lado de nuevo. Cuando rozábamos el escándalo público, fuimos a recoger el coche alquilado y en todo el tiempo que estuvieron comprobando datos y esas cosas, no fui capaz de soltarle. No podía. Lo intentaba pero no podía.
Pero es algo que hace en mí. Lo tengo cerca, hayan pasado minutos desde que llegó o semana y media, y tengo que estar pegada a él.

Fuimos a por el coche de alquiler, e hicimos el viaje de vuelta a casa sin depender de transporte público, por suerte.
Fuimos al primer hotel en el que estaríamos alojados. Frente a la playa, desde la ventana de la habitación se veía la playa, el mar, los montes del otro lado de la ría, el cielo, y el amanecer en primera plana.
Como ya es tradición, el primer día de vernos no hicimos planes. Nos dedicamos a estar el uno con el otro, sin más. A tocarle, a darle besos y a acariciarle. Para compensar todos estos meses separados en los que solo quería estar un poco más cerca de él.
Estuvimos en mi pueblo desde ese domingo al miércoles siguiente, que salimos temprano. En ese tiempo (no recuerdo qué pasó en cada día) conocimos el pueblo, fuimos a recoger laurel para una tía suya, fuimos con el coche a comer a la cascada de Ézaro, paseamos por Ézaro, Gerardo tuvo su primer contacto con el Atlántico y con las mareas, probó por fin la empanada de pulpo y la de bacalao, fuimos a ver la puesta de sol a Fisterra (otro sitio que a mí me encanta y a él le encantó), nos escapamos un momento de noche para ver las estrellas desde la playa (no se veían tantas como yo quería, pero fueron más de las que tuvimos en Castellón) y un poquito en plan encerrona, él pudo conocer a algunos de mis amigos, a mi abuela, mi madrina y un par de tíos y primos.
El martes por la noche paramos en mi casa para cambiar mi maleta por la del Resurrection y para coger la tienda de campaña y los sacos. Salimos el miércoles muy temprano, mientras estaba saliendo el sol, para Coruña. Dejamos el coche de alquiler y nos cogimos un bus para Viveiro. El viaje se hizo muy largo. Salimos de Corcubión a las 9 y poco de la mañana, hora y media más tarde llegamos a Coruña, cogimos el bus de las 11 y media para Ferrol y llegábamos a Viveiro a las 3 y pico.
A pesar del hambre montamos la tienda y luego fuimos en busca de un supermercado, porque pensamos que sería buena idea no cargar con comida además de las tiendas y todo. Se podría decir que sobrevivimos al Resurrection gracias al poder de las empanadas: ese día y el resto (salvo un bocadillo y la pasta vegana de dentro del recinto) comimos a base de empanada. Y no es que lo pasáramos mal, porque fuimos variando de rellenos y no repetimos ningún día. Creo que para el Resurrection necesitaré redactar otra entrada aparte, porque lo merece. Fue muy muy grande.
Con pena, nos despedimos de Viveiro el domingo al mediodía, después de comer. Como los del festival que volvíamos a Coruña llenamos un autobús completo, la empresa se portó genial y nos hizo un viaje directo hasta allá: en vez de 3 horas y media y rezando para llegar a tiempo para coger el bus para Corcubión (teníamos 10 minutos entre la supuesta llegada de uno y la salida del otro) hizo un viaje directo y llegamos en una hora y media. Fue un viaje muy tranquilo, el 90% del autobús pasó el viaje durmiendo (incluso Gerardo se quedó dormido antes de arrancar siquiera xD).
Esperamos en la estación de buses para coger nuestro autobús, afónicos y doloridos, y a su lado se me hizo extrañamente corto el viaje de vuelta. Lo que normalmente son dos horas de tortura y mala leche, a su lado se pasó rápido, y cuando me di cuenta, estábamos dejando la tienda y los sacos en mi casa. Aún doloridos, fuimos caminando hasta Cee para el segundo hotel en el que estaríamos estas dos semanas (no quedaban habitaciones para el primero cuando quisimos hacer la reserva). Era bastante cutre, feo y sin vistas más que a un gallinero con un gallo cantor. Por suerte, estuvimos allí solo durante dos noches: yo tenía que trabajar el martes. Durante la tarde del lunes preparé las dos clases que tenía que dar el martes: con su ayuda y su cariño tardé menos de lo que normalmente tardo en hacerlo.
El martes al mediodía cogimos otro autobús para volver a Coruña. Me hubiera gustado no tener que hacer ese viaje corto y casi inútil a mi pueblo, aunque lo compensamos comiendo caldeirada de pulpo hasta casi reventar un día. De martes a sábado estuvimos en Coruña. En ese tiempo, arrasamos con el Viñetas desde o Atlántico, fuimos al Acuario y la Domus, dimos paseos por la ciudad y parece que él empieza a manejarse por ella, fuimos al cine por menos de 10€ los dos y fuimos hasta Santiago. Es una ciudad que me encanta, y me sorprendió que a él le gustase más Coruña. Le encanta el mar, y Santiago, de interior y con tanta gente como pillamos, no le hizo mucha gracia. Pasamos gran parte del tiempo que estuvimos allí sentados en un banco en la Alameda, bajo los carballos, tranquilos y solos. Intenté hacer un último esfuerzo para que le gustase más la ciudad y lo llevé a Follas Novas, y no funcionó del todo. Y ya que estábamos de ruta de librerías, cuando llegamos a Coruña (llegamos temprano, apenas las 7 de la tarde) fuimos hasta el Baúl de la Ronda de Outeiro.
Con los libros, en este tiempo en Coruña, hemos tenido una relación intensa. A él le gusta leer, y a mí me gusta leer. Mucho, a los dos. Y cuando reservamos hotel en Coruña lo cogí cerca de la Plaza Pontevedra para estar cerca de todo lo que queríamos ver, del mar y de casi todos los autobuses que pudiéramos necesitar. Lo que no sabía entonces era que íbamos a estar a cuatro pasos del Viñetas y de la Feria del Libro de Coruña.
Cuando él llegó de Castellón, yo tenía dos libros guardados para él. Uno porque lo vi de casualidad en San Jordi y me hizo gracia, y otro por su cumpleaños. El primero un libro de recetas para emancipados (guiño guiño) y el otro, una novela de Lovecraft ilustrada y editada al estilo de el Zorro Rojo. Y como yo tenía en casa repetido Muerto hasta el anochecer (el primero de True Blood) y lo iba a donar a la biblioteca, le dije si quería llevárselo y se lo cogió. Además, en el Viñetas, él me regaló el Bestiario de Lovecraft editado por el Zorro Rojo y yo le regalé Maus. Me había dicho hace tiempo que le habían hablado muy bien de él, y cuando lo vi y tras su regalo, fue para él. Además, para mí, me compré Persépolis completo en tapa dura (otro que llevaba persiguiendo tiempo) y tras un par de días dándole vueltas, me compré el de Un zombie se comió mi cupcake. Además, él se compró el nuevo de Aleix Saló, Europesadilla y uno de The Oatmeal: Cómo saber si tu gato planea matarte. Y él en el baúl se cogió una novela ambienta en el mundo de Warhammer 4000. Que volvimos a casa cargados de páginas.

Yo:

Él:
Y la novela de Warhammer, que apenas vi.

No está nada mal. Además, aprovechamos alguna de las tardes para leer juntos, cosa que me encanta hacer con él. En un par de tardes me terminé Persépolis, que ya estoy releyendo porque me ha encantado.

Además de pasear en Coruña, una noche fuimos a que conociera el Sham, aunque la parte de arriba estaba cerrada y la gramola desconectada. No había mucho ambiente porque fuimos temprano pero por lo menos pudo conocer el sitio y su cocina y yo volví tras casi dos años. También sacié mi antojo de churros (que tenía desde que el 1 de enero mi hermano no me trajo churros para desayunar) con grandes chocolates durante dos mañanas seguidas, comimos helado... fuimos a comer a un mexicano y otro día a un asiático. Son dos sitios a los que normalmente no hubiese ido, pero con él hasta me apetece probar comidas nuevas. En el mexicano descubrí los negritos y la salsa blanca de ajo. En el asiático muchas cosas más: además de aguantar toda la comida con los palillos, probé unas algas, volví a atreverme con los aperitivos de masa frita (hace unos años me sentaban mal y los abandoné), volví a probar el sushi (no me emociona pero estaba mejor que el otro que había probado), etc. A pesar de todo esto, el mayor logro es el de haber aguantado con los palillos sin desesperarme y pedir cubiertos xD

La mañana del viernes nos acercamos hasta un instituto, por motivos que tengo que explicar en otra entrada porque aquí quedaría demasiado pesado. Se nos olvidó que queríamos ir al Museo de ciencia y tecnología de Coruña, y tras comer en el asiático, nos instalamos en la habitación del hotel a aprovechar la última tarde juntos. Y tan bien que la aprovechamos. Las horas pasaron entre besos y caricias, repasando lo bien que lo habíamos pasado estas dos semanas, lo bien que habíamos comido, y perfilando planes de futuro, que se acercan y cada vez son más firmes. Sabemos que tenemos un futuro juntos y vamos a empezar a construirlo muy pronto.
Por la noche salimos a cenar, y luego dimos un paseo hasta María Pita. Más y más planes de futuro, porque quiero tener que despedirme de él muy pocas veces. Quiero tenerlo cerca, muy cerca, y mucho tiempo.

Al día siguiente, el sábado, salimos temprano para el aeropuerto. Su avión salía cerca de las 12 y como tenía que facturar y esas cosas, preferimos llegar sobre las 10 media. Poco después de facturar las maletas pasaba el control de seguridad y volvíamos a separarnos.
Pero esta vez será menos tiempo, sí o sí. Como contaré en otra entrada, si se alinean los planetas en un par de meses estaremos viviendo juntos, si no se alinean a lo mejor tenemos que esperar un poco más. Pero antes de que empiece el curso tenemos que volver a estar juntos. 4 meses es demasiado tiempo, y ya encontraremos un hueco.

Estos 15 días han sido perfectos. Hemos tenido de todo, literalmente: buenas comidas, cariño, momentos de risas y picarnos, paseos de día, paseos de noche, conciertos muy intensos, conciertos más relajados, conciertos buenísimos y conciertos peores. Hemos tenido planes de futuro, hemos tenido un reencuentro con nuestro pasado al conocer en persona a Vita Imana y compartir camping con Sobrino; hemos tenido estrellas por la noche y amaneceres, museos y juegos; tardes de mimos, siestas y lectura, y ferias del libro.
Ha sido, simplemente, perfecto.