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27 de abril de 2013

Día random en Coruña

Por aquí seguimos sin mucho que contar. Sigo en mi rutina, que no me desagrada, y que me estoy dando cuenta de que me hacía falta tener un descanso así y me está viniendo muy bien.
Pero a veces hay días sueltos que rompen completamente mi rutina y que son una locura. Como ejemplo, este pasado martes, que fui a Coruña. La idea principal era acercarme a mi Facultad a buscar bibliografía para arreglar lo que hice mal en el examen de diciembre, pero acabó siendo mucho más completo.

Como primera parada, obligada, ya que era para lo que me pegaba semejante paliza, estaba mi Facultad. Llevé los apuntes que ya tenía en casa, repasé lo que tenía, busqué lagunas, y una vez que supe qué me faltaba y era importante, me puse en la búsqueda de la bibliografía. Y volvió esa sensación, que tengo tan pocas veces, de ser universitaria, de estar cuidando yo misma de mi formación, de saber usar una biblioteca y un catálogo. Y sobre todo, volvió esa sensación de triunfo. La primera, cuando busco un libro entre miles y aparece al poco, y luego, cuando ese libro contiene información que me sirve.
Tuve un pequeño percance en la biblioteca, y es que con 6 volúmenes diferentes en la mano, me di cuenta de que no tenía ninguna tarjeta de la fotocopiadora en la cartera, por lo que tuve que dejarlos “escondidos” en las estanterías para ir a reprografía a comprar una. Justamente el día anterior había estado hablando con mi padre de cuando trabajaba en la biblioteca, y lo que me jodía la gente que dejaba desordenados los libros en las estanterías... pero en el momento preferí dejarlos en una estantería mal puestos a dejarlos encima de una mesa y que alguien los cogiera, pasara alguien de la biblioteca y los volviese a colocar en su sitio... y tener que volver a patearme la planta en busca de los libros. Y fueron menos de cinco minutos, solamente el tiempo de cruzar la Facultad y volver a la biblioteca.
Hice las fotocopias y di la tarea por finalizada, bastante antes de lo que esperaba. Esperaba tener que comer en la Facultad y seguir la búsqueda por la tarde. No esperaba encontrar a la primera los libros de referencia de mis profesoras, o eso parece que es. Mejor para mí.
Luego, bajé a Coruña y quedé con Ana. Intercambiamos bolsas (yo le di tarros, ella me dio lanas, que no esperaba *-*) y fuimos en busca de lanas. Ella volvió a su casa y yo fui al Marineda, a comer y a seguir con otra búsqueda por allí.
Antes de nada, estaba casi famélica, así que fui a comer. Esperaba que estuviese lleno de gente, no con colas, pero sí con gente. No esperaba que fuésemos cuatro personas en toda la planta comiendo. Pensaba que tendría que quedarme con un sitio en el que encontrase mesa, pero pude elegir. Y me fui a Lizarrán a por su tortilla con chistorra, además de una hamburguesita de pollo monísima que tengo que repetir en casa xD
Y luego, la búsqueda que más me agotó y más tiempo me llevó. El motivo de desplazarme hasta el Marinera era ir a Primark a buscar ropa interior y de deporte. Sigo perdiéndome allí dentro, y después de encontrar las prendas que buscaba me dediqué a pasear. Me encontré con que por fin están trayendo camisetas con personajes y frikadas para chicas, pero no me gustaron. El 90% siguen siendo de Disney o rosas, aunque esta vez había una de Wonder Woman y otra de Elmo. Es algo, pero aún así no me gustaban. Y se me ocurrió ir a buscar en la zona de niño, porque las tallas más grandes me caben. Y salí de allí con una camiseta de Darth Vader de la talla 8/9 años.

Después de Primark, di vueltas por esa planta. Bershka, Pull&Bear, y alguna más. Qué ropa más horrible tienen en todas las tiendas. Qué formas más feas, telas feas y estampados horribles. Iba ojeando por si me encontraba algún vestido que pudiera servirme para la boda de mi primo, y, mirando los vestidos, todos parecen sacos. Todos parecen un cacho de tela recta, ancha, que se pone encima del cuerpo y ya está. Sin formas, sin agarrarse, sin ni siquiera cortes bonitos. Por suerte, en Blanco encontré uno que me gustó un poco, se ajustaba al presupuesto ridículo que me puse para ser un vestido para una boda, y me lo llevé. Con el tiempo me va gustando más, y definitivamente lo llevaré, aunque hay que subirle un poco la falda. Es palabra de honor, ajustado hasta la cintura, de donde sale una falda con vuelo. No es un saco con agujeros para la cabeza y brazos sin más. Y negro con lunares blancos, aunque en el momento de comprarlo me pareció azul oscuro (me gusta más negro).
Sobre las 5 de la tarde, volví con Ana. Fuimos hasta Monte Alto a entregar en mano el amigurumi más grande que he hecho en mi vida, un mono de mil colores de más de 60cm de alto. A la chica le encantó el mono, lo que fue un alivio y una alegría, le sorprendió que yo fuera tan “jovencita”, y hablamos poco más.
Ana me dejó en la estación de buses, pensando que yo tenía un autobús a las 6 y media de la tarde. Pero se ve que han quitado ese autobús, y hasta las 8 menos cuarto no tendría ninguno. Sola, con dos horas y pico por delante, sin nada que hacer y sin batería en el móvil. A la locura, me cogí un autobús y fui hasta el Baúl de la Ronda de Outeiro. Di vueltas por él y encontré un libro que me gustó para Gerardo, pero no voy a decir nada más :P
Tardé una hora y poco en ir y volver al Baúl. Y me senté a esperar en la estación de autobuses, porque ya no sentía los pies. De ahí subí al autobús, y llegué a casa dos horas más tarde. Mi padre acababa de salir para ver la segunda parte del partido del Barça (cosa rara, suele pasar del fútbol que no es Deportivo), y no me dio tiempo a esperar a que volviese. Llegué a casa, cené, me hundí en el sofá y fui cayendo en picado hasta subir zombie a cama y despertar 10 horas más tarde, sin haberme dado tiempo ni a poner despertador.
Y cuando desperté al día siguiente, aún me dolían un poco los pies. Pero es que cuando lo pienso, estuve de pie desde las 2 y poco, que acabé de comer, hasta las 7 y media, que me senté a esperar al autobús, con un descanso de 10 minutos para llegar a Monte Alto en el coche de Ana.
Así son las rupturas que estoy haciendo con la rutina. Radicales y agotadoras.

Pronto volveré a contar más cosas. Lo de todos los mayos: vuelvo al Expotaku y hay muchas cosas que preparar :D

15 de abril de 2013

6 meses

El tiempo pasa diferente desde que está a mi lado.
Por un lado, el tiempo pasa volando, los fines de semana en los que compartir todo el tiempo con él llegan a cada pocas horas. Aún tenía fresca la despedida en Madrid cuando el avión estaba despegando hacia Valencia.
Por otro lado, el tiempo se ha ralentizado. Parece que lo conozco de hace muchos años y que llevamos casi todas nuestras vidas juntos. Ya no me acuerdo de cómo es no conocerlo, cómo terminar las noches sin despedirme y cómo era un sábado sin pasar horas y horas delante de la cam maullando.

Tal es el paso del tiempo que han pasado 6 meses desde que tuvimos nuestro primer contacto, y donde empezó todo. Y se nos ha pasado. Como los 5, 4, y en general todas las fechas. Si en realidad parece que hace apenas unos días volví de Castellón. Si parece que hace un par de días más le estaba diciendo a Isi “he conocido a un chico que...”.
6 meses son muchos y pocos. Son muchos porque hemos tenido tiempo a conocernos y complementarnos como si hubiesen pasado años. También son muchos porque hemos compartido muchos días, malos y buenos, enfadados y contentos. Días de pereza y de tener ganas de comerse el mundo. Son pocos porque han pasado rápido y son solo los primeros de muchos más. Apenas acabamos de empezar, nos quedan muchos años por delante, y aún tenemos muchos planes que poder realizar.

Son pocos porque aún nos queda mucho por andar. Y lo andaremos.
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8 de abril de 2013

Los 23 llegaron con Skunk

Pues he cumplido años y casi ni me he dado cuenta. Y va a hacer una semana de eso. Nunca me hizo especial ilusión el día de mi cumpleaños, pero este año casi ni me di cuenta de que era ese día xD
La mitad del 3 de abril la pasé viajando, volviendo de Castellón hasta mi casa. Empecé mi cumpleaños al lado de Gerardo, mirando las (pocas) estrellas en la playa, con un poco de frío por primera vez en todo el tiempo que estuve por allí. Luego pasé la noche en blanco esperando a que diese la hora de salir para el aeropuerto, y una vez fuera del avión, la odisea (en el sentido de viaje difícil y largo) de coger el tren, esperar al coche y llegar a casa. Una vez en casa, pasé la tarde en modo zombie, sin ser consciente de que era mi cumpleaños salvo por los mensajes de Facebook que tuve que contestar.
Como dije, mi cumpleaños hace mucho que no es un día especial, en el que no tengo ganas de hacer celebración ni nada especial. Y este, dentro del viaje de vuelta y todo el cansancio que tenía, lo empecé con quien quería y cómo quería. Es más de lo que hubiera pedido. Fue un día raro por la sensación de sueño y pesadez constante y todos los kilómetros, pero no me estoy quejando.

Aunque un poco de celebración sí que he tenido, aunque con retraso. Skunk DF y Somas Cure iban a tocar en Vigo la noche del 6, y al participar en el proyecto de crowdfunding me habían dado una entrada. Y ahí que me fui a Vigo. Si tuviera más compañía, transporte y tiempo para preparar el viaje hubiera hecho una parada el día anterior en Santiago para ver a Riot Propaganda, pero ya me costó llegar a Vigo como para quedarme una noche en Santiago.
Salí a las 10 y pico de casa con un compañero de mi padre en coche a Coruña. Acompañé a Iris durante un rato en el Soho del Orzán (muy mala la organización, o mejora en unos meses o se va a apuntar Rita la Cantaora, porque yo no), comí con ella, y cogí un tren a las 5 para Vigo. Llegamos a las 7 y pico, y hasta las 8 no encontré la pensión en la que iba a pasar la noche, aunque estuviera a 10 minutos a pie de la estación de tren. Digamos que cuando digo que no me fío de las indicaciones de Google, me refiero a que siempre me mete en líos. Después de indicarme desde la estación de tren que no era, para llegar a la pensión me hacía dar una vuelta increíble para algo que en estaba a cuatro pasos. Caí, después de una hora de dar vueltas por ahí, en la calle de la pensión, no es que la haya encontrado de verdad. Y por encima, con el móvil en batería baja y a punto de apagarse.
El concierto empezó con un poco de retraso y fueron casi unas 5 horas en total. Menos de una hora de Super Diablo Machine (a los que no conocía, pero que tocan bien y fueron una sorpresa), cerca de una hora Somas Cure, y más de dos horas y media de los bestias de Skunk. Somas Cure en disco me gustan, me gustan bastante, pero en directo me decepcionaron un poco. No por ellos, sino por el sonido “pelota de ruido” que había en la sala. He visto un vídeo de una canción grabada allí y en el vídeo se escucha mejor. En directo era como una gran bola de sonido embotado, donde no se distinguía la letra (la voz apenas) y las guitarras, ni de broma. Y también me faltaron todas las canciones que más me gustaban, que no sonaron. Me dio algo de rabia, aunque estoy acostumbrada a que me gusten las canciones que al resto de la gente no, y al revés. Ellos tocaron bien aunque esa impresión fue un poco mala, y dejamos paso a Skunk.
Qué voy a decir del grupo del que más reproducciones tengo, según Lastfm. Los vi por primera vez en directo en el Brincadeira y no hicieron nada que no me esperaba, aunque no por eso me gustaron menos. Como anunciaban, tocaron Perseidas entero, más las más míticas: Supernova, Himen, Anestesia, El cuarto oscuro, Carpe Diem, Muerte y destrucción, En noches como esta... muchas. El concierto fue largo y se hizo un poco largo, sobre todo porque yo notaba el cansancio de haberme despertado sobre las 8 de la mañana y haberme recorrido Galicia de norte a sur.
Además, voy a empezar que soy gafe para los conciertos. De los últimos a los que he ido, auqnue no son muchos, ya son dos los grupos que tienen problemas técnicos grandes a lo largo del concierto. El año pasado, a Gritando en Silencio le pasó de todo (hasta caérsele el charles de la batería durante una canción completa), y este sábado a Skunk también le pasó de todo. Las pantallas no les daban sonido, el bajo dejó de sonar durante una canción, se pasaron con el humo, tuvieron problemas con una guitarra, además de (aunque ya es algo habitual y esperado) todas las veces que Germán pisa el cable del micro y se le desconecta. No estuvieron tocando demasiado cómodos, pero salvaron el concierto. Lo que hace la experiencia en los escenarios. Los que los conocen más personalmente, decían que a uno de los guitarras se le veía claramente enfadado e incómodo, pero musicalmente pudieron tirar bien con el concierto.
En total, estuvieron más de dos horas y media de concierto, acabaron alrededor de las 3 de la mañana. Entonces entendí lo que decían los de Somas Cure de “no nos da tiempo a más”.
Al llegar a la pensión sí recuerdo meterme en cama, y recuerdo la sensación de alivio y de descanso. Dormí apenas 5 horas, y salí cerca de las 9 para llegar al tren de las 9:40 hacia Coruña. La ciudad y la gente no me estaban gustando demasiado, y en Coruña iba a estar más entretenida y a gusto.
Aunque el mercadillo del Soho tenía que hacerse también el domingo, por mal tiempo, Iris decidió no bajar, y por la tarde pasé por allí y no había nadie, por lo que imagino que todos pensaron lo mismo. Así que fui a casa de Iris, estuvimos allí con sus compañeras de piso y a las 6 y media cogí un bus para llegar a casa. Me lleva tanto tiempo el bus Coruña-Corcubión que el tren Coruña-Vigo. Cuando llegué era ya de noche, merendé algo y mi estado de cansancio fue aumentando y aumentando hasta que poco más tarde de las 10 y media decidí que era momento de irse a dormir.

Y fue cuando me di cuenta de que me había puesto el concierto de Skunk como un pequeño autorregalo de cumpleaños, ya que no había otra cosa que fuese a hacer “especial”. Y me di cuenta de que mi cumpleaños había pasado.
Y que mi padre me debe una tarta.

6 de abril de 2013

Castellón, primera visita. Segunda parte.

En la anterior entrada empecé a contar cómo lo había pasado en Castellón esta semana pasada que estuve allí con Gerardo. En realidad, he contado ya casi toda la visita, pero aún quedan algunas cosas que contar.

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Para el martes, mi último día real en Castellón, repetimos plan de mañana de vagancia y levantarnos para comer. Cogimos unos bocatas y fuimos a comerlos al parque Ribalta. Dimos una vuelta extensa por él y por Castellón, y no sé por qué razón acabamos de nuevo en su casa. En su cama, tuvimos la siguiente panzada a reír, más grande incluso que la anterior. Empezó porque queríamos ir a un sex shop, pero a mí me daba cosa llevarlo, por que se podía portar mal y echarnos a los dos. Y seguimos riéndonos con usos extraños de objetos que podríamos encontrarnos y con la impactante historia del Loro Paquito, que ha visto cosas. Tras conseguir hacer que el dolor de barriga se acabase, nos levantamos y fuimos a buscar (a pesar del riesgo de risas pero en público) el sex shop. Estaba cerrado, así que nos dimos un paseo para nada. Aprovechó para enseñarme una parte de Castellón que no conocía y que no sé cómo no se le ocurrió antes (la concatedral y el Fadrí), donde surgió la frase, mientras le hacía una foto a la concatedral “espera, que no me cabe entera”, que fuera de contexto es muy rara. Y volvieron las risas.

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Como desde hacía tiempo que decíamos que teníamos que ir a ver estrellas juntos, y durante el viaje no habíamos encontrado una noche para hacerlo, decidimos que tenía que ser esa noche. Así que volvimos a coger el coche y fuimos hasta la playa. Encontramos un lugar más o menos oscuro, comparado con el resto de Castellón y toda la costa (pero cuántas farolas tienen) y algunas estrellas vimos. Él ya reconocía a Orión, y apenas pude enseñarle a la Osa Mayor, porque había tanta claridad que podíamos ver muy pocas. Nos levantamos al poco, y quedamos en que cuando él viniera a Galicia buscaríamos un sitio a oscuras, de verdad, para verlas mejor. Ahora tenemos que acertar con una noche sin nubes xD

Era mi última noche en Castellón y mi avión salía a las 7 de la mañana desde Valencia, por lo que tendríamos que embarcar como tarde a las 6 y media, estar a las 6 en el aeropuerto... decidimos levantarnos a las 3. Yo no me encontraba muy bien, y se juntó con la ansiedad, que no había sentido en el resto del viaje, y no pude dormir. Él se durmió a las 12 y poco, pero yo fui aguantando hasta casi la 1 y media. Conseguí dormir apenas hora y media antes de que sonase el despertador.
Recogimos todo, dejamos el hotel y salimos para Valencia. La vuelta se me hizo mucho más larga que la ida. Me negué a dormir durante el viaje, e intenté ir dándole charla durante todo el camino. Llegamos al aeropuerto a las 5 de la mañana, y nos agarramos mucho el uno al otro hasta que a las 6 menos cuarto me asignaron puerta de embarque y decidí ir entrando en la terminal.
Nos costó mucho separarnos, como en Madrid, pero la despedida fue más llevadera. Volveremos a vernos, y estaba tan contenta por lo bien que lo había pasado los últimos días que no quería ponerme triste en el último momento. Dejé que se fuese para el coche mientras yo hacía cola para pasar por el control de metales y me encontraba con los gilipollas del día.
Primero, no me dejaron pasar la botella de agua (33cl) que llevaba encima. Pero dentro había máquinas expendedoras con agua, y un bar con agua (botellas de medio litro). Y si alguien es capaz de explotar un avión con agua, creo que merece poder hacerlo. Luego, al pasar por el detector de metales, me olvidé de quitarme el cinturón, y me pitó. Me lo saqué y esperé a que las maletas que estaban puestas en la cinta pasaran un poco, para no dejarlo encima de ellas. Pues el señor dueño de las maletas se puso todo borde, “pero ponlo y pásalo”, como si le estuviera interrumpiendo el paso o algo. Le dije que pasara él, cojones, que no me esperase.
Y cuando llegué a la puerta de embarque ya había una cola montada que ni que regalasen algo con el vuelo. Un rato después subimos al avión, y todo normal hasta llegar a Santiago. No conseguí ventanilla esta vez, pero me senté al lado de una chica que estuvo todo el viaje durmiendo y me dediqué a espiar las nubes (porque no hubo otra cosa) que había tras la ventanilla. Llegamos a Santiago con 10 minutos de adelanto. El tiempo perfecto para salir del aeropuerto, que fuesen y media y ver que el autobús estaba aún esperando a la gente. Subí al bus, y después de una media hora de menos, nos dejó dentro de la estación de tren.
Aunque Santiago y Coruña están a la misma distancia de mi casa, Coruña está mejor comunicada. Desde Santiago tenía pocos buses y no me dejan en mi casa (tendría que ir mi padre a buscarme a unos 15km) o son unas 3h para recorrer 80km, y desde Coruña salía de trabajar a la hora de comer un vecino mío que dijo que podía llevarme. Así que cogería un tren, iría hasta Coruña, quedaría un rato con Iris y estaría a la hora de comer en casa.
Pero contaba con que hubiera más trenes Santiago-Coruña un miércoles a las 9 de la mañana. Tuve que esperar una hora a que apareciese el primero. Una hora de lucha contra el sueño y el cansancio, que usé en seguir leyendo por dónde lo había dejado en Santiago, poco antes de salir para Valencia (un par de capítulos más adelante, leímos un poco en el hotel). Cuando me subí al tren, el traqueteo me hacía quedarme dormida por medio segundo, como me pasaba en clase de latín. Y me despertaba con un sobresalto, como en clase. En una de las dos veces que me pasó el Kindle salió por los aires y aterrizó debajo de mi asiento. Entre el susto y que tardé en recuperarlo, me despejé un poco.
Salí de la estación de tren y se notaba que había llegado a Galicia. Lluvia, viento y un frío de morir. Tuve que volver adentro de la estación para abrir la maleta, sacar la chupa, los guantes y el gorro de lana para poder enfrentarme al tiempo. De nuevo, tuve suerte y nada más acercarme a la parada del bus que iba a coger para ir a casa Iris vi que estaba llegando. Un ratito más tarde cargaba con mi maleta, de unos 6kg más o menos, durante los 5 pisos sin ascensor para llegar a su piso.
Allí pusimos un rato a caldo a las locas de sus vecinas, cotilleamos sobre otras cosas, me contó los planes un poco descabellados que tiene para su futuro laboral, y me dio la hora de irme. Mientras hablábamos, aunque me mantuve de pie todo el rato, tuve que volver a desayunar, porque lo que había tomado en Santiago ya no me daba energía y me iba a quedar dormida de pie.
Durante el viaje en coche a la vuelta creo que me quedé dormida. Mi vecino me dijo que durmiese tranquila, pero yo prefería llegar a casa cansada, comer y luego dormir a gusto. Aún así, no recuerdo tramos de la carretera, y a veces tenía la sensación como de apagar el cerebro con los ojos aún abiertos y tener que forzar que volviese a funcionar.
Llegué a casa cuando mi padre estaba terminando de hacer la comida (de total casualidad, porque ya no tenía batería en el móvil para decirle que estaba saliendo hacia allí), y comimos juntos. Luego me fui al sofá, donde se me fue el sueño y me puse a revisar correos, blogs, y más cosas. El sueño fue entrando muy poco a poco, y sobre las 7 de la tarde me eché a dormir.
Apenas fue una hora, y me desperté desorientada y mareadísima. Estuve como media hora sentada en el sofá sin moverme mucho porque tenía miedo a caerme si me levantaba, y cuando me levanté aún no tenía la seguridad de que no pasaría. Supuse que sería por el cansancio y por no estar acostumbrada a dormir de hora en hora. Cené un poco, se me pasó, y pasadas las 12, por fin, me fui a dormir.

Lo he pasado genial este viaje. He disfrutado de Gerardo todo lo que he podido, más de lo que imaginaba, y tras todo lo malo que me había contado de Castellón, la ciudad me gustó. No creo que sea humanamente posible darse más cariño y mimos del que nos dimos durante estos días, porque no desaprovechamos un minuto. Era una de las cosas de las que tenía más ganas: agarrarme a él, darle muchísimo cariño para compensar los meses que hemos pasado separados y que para él no están siendo muy buenos, y recargarnos las pilas. Y en eso me he quedado completamente satisfecha. No le he dado todos los mimos que quería, pero le he dado todos los que he podido en el tiempo que estuvimos juntos. Además, he conocido a su familia y nos caemos bien; y he conocido al grupo y a parte de sus amigos y también parece que nos caemos bien.
Este viaje, además de ser divertidísimo y de ayudarme a conocer más su mundo y a él, es, como él mismo dijo, la confirmación de que queremos que esto dure muchos años más. Queremos estar juntos, funcionamos juntos, y cada vez nos necesitamos más el uno al otro. Aunque no es tanto una necesidad como un futuro que no existe sin el otro. Encajamos en todo perfectamente, y queremos estar muchos años más juntos. Y lo vamos a conseguir.
Hay planes, y cada vez más serios, de irnos pronto a vivir juntos. Uno de los planes dice que en Coruña, otro dice que en Castellón, pero se decidirá cómo, dónde y cuándo cuando vaya pasando el tiempo y algunas cosas se vayan concretando. Pero acabaremos juntos, y antes de que acabe el año.
Tras tenerlo lejos todo este tiempo, quiero tenerlo cerca, y no veo el momento de poder convivir con él día a día. No necesito más, estos 6 meses y este viaje han confirmado que saldrá bien, y que vamos a estar mucho tiempo juntos. No hay que esperar más, estamos preparados para hacerlo. Ahora solo hay que buscar el momento.
Y va a llegar pronto.

De momento, tenemos que esperar un poco más. Hay cosas importantes que hacer antes. Tengo que aprobar la asignatura en junio, y tenemos que sobrevivir al Resurrection, que con las últimas confirmaciones cada vez lo vemos más difícil.

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5 de abril de 2013

Castellón, primera visita. Primera parte.

Creo que ya estoy despejada como para ponerme a hablar de esta semana que pasé en Castellón. Despejada solamente, porque, como con todo lo bueno, tengo secuelas físicas que tardarán unos días en irse del todo. Pero ya no soy un zombie que tiene el automático puesto, pienso fluidamente y esas cosas que se hacen cuando estás descansado. Así que empezaré a contar mis aventuras por Castellón, en mi primera visita a la ciudad.

Como siempre, me las apañé para empezar el viaje mucho antes de que empezase de verdad. Esta vez viajé en avión desde Santiago a Valencia, y los únicos vuelos que hay en esa línea salen a las 8 de la mañana. Como no iba a hacer que nadie en mi casa madrugase lo suficiente como para llevarme, mi hermano me acercó a Santiago la tarde anterior, “dormí” en su piso, madrugué sola y me fui al aeropuerto con tiempo. O eso era la teoría. Porque dormir... no dormí. Tenía miedo de no despertarme y perder el avión, y no me dormí ni cuando decidí rendirme al cansancio y dormir aunque fuesen, unas 3 horas. Para no ponerme demasiado cómoda, no fui a ninguna cama, sino que me quedé en el sofá. Pasé la tarde leyendo, y por la noche ya tenía el cuerpo destrozado del sofá duro y viejo, y en total conseguí dormir como media hora.
Y a las 6 de la mañana recogí todo, me abrigué bien y fui a esperar al autobús del aeropuerto. Tardó un poco en venir, pero pronto estábamos en Lavacolla. Ya tenía puerta de embarque asignada, aunque estaban aún embarcando los del vuelo anterior. A menos de media hora de salir para Valencia estaba yo sola esperando, y pensé que quién sabía, a lo mejor tenía todo el avión para mí. Pero no. Solamente era demasiado temprano y la gente empezó a llegar 5 minutos antes de que empezáramos a embarcar.
El vuelo fue normal. Destaco que el piloto fue suavísimo y no tuvimos choque apenas contra la pista al aterrizar en Valencia, y no sé cómo, llegamos con 20 minutos de adelanto. Tenía miedo de que Gerardo no hubiera llegado todavía al aeropuerto, pero allí estaba.

Y salimos para Castellón en coche. Tardamos un ratito en llegar, dejamos el coche en el garaje de su casa (con miedo a sufrir una emboscada de sus padres, aunque no pasó nada) y fuimos al hotel.
Creo que nadie que no haya tenido una relación a distancia puede entender la sensación de por fin estar juntos. La sensación de llegar al hotel, dejarlo todo tirado y empezar a ahogarse entre abrazos. Las ganas de quitarse la ropa, solamente para poder abrazarse y sentir, por fin, el calor y el tacto de la otra persona. Parece cursi y sentimentaloide, pero tras varios meses sin verlo, yo solo tenía ganas de tumbarme con él, pegarme mucho y abrazarlo hasta quedarme sin aire.
No batimos el récord de Madrid de estar 24h metidos en cama, aunque tampoco nos quedamos cortos. Conseguimos salir a cenar, y cenamos en un 100Montaditos, al que poco a poco le voy cogiendo más confianza y empiezo a probar cosas nuevas. Es que los nombres y las mezclas de lo que tienen no me acaban de llamar, tengo que ir poco a poco xD Aunque otra vez, me olvidé de probar los de chocolate.
Dimos una vuelta por la calle (en Castellón se puede estar tranquilamente por la calle en marzo sin miedo de que te salga escarcha en el pelo) y volvimos al hotel. Antes, Gerardo pasó por su casa a coger un portátil y el cargador del móvil, y antes de dormir vimos Metal: A headbanger's journey (que no había visto, tiene delito ¬¬) y Rompe Ralph, película que tenía muchas ganas de ver con él, y que en Madrid no encontramos tiempo para ir al cine a verla.

La mañana siguiente, el sábado, la hicimos para compensar el no haber batido el récord de 24h, y aunque nos despertamos temprano, no hubo manera de levantarse a desayunar. Cuando nos levantamos fue para salir a comer. Antes de salir, creo, la madre de Gerardo le llamó y le dijo que habían ingresado a su hermano. Parece ser que volvió de fiesta por la noche encontrándose mal, empezó a devolver y lo llevaron a urgencias. Después de no encontrarle una causa evidente, y como seguía doliéndole el estómago, decidieron quedárselo para seguirlo de cerca.
De todas maneras, salimos a comer. Fuimos a un Muerde la Pasta, bastante más pequeño que los que hay en Coruña, pero que estaba igual de lleno, y en el que las cosas estaban igual de ricas :~~ Al acabar de ponernos finos, fuimos a por un helado artesano de chocolate negro (sugerencia de Gerardo) que MADRE MÍA cómo estaba aquéllo. Y al acabarlo, fuimos a su casa a ver una película y a bajar la pasta.

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Su casa es peor que un laberinto, con esquinas, puertas que dan a habitaciones y más habitaciones, pero me guió hasta el salón y no me perdí ninguna vez. De entre todas las películas que no he visto porque apenas he visto cine en mi vida, escogimos El show de Truman. Me gustó. Esperaba otra cosa, a raíz de todo lo que había escuchado de la película, pero me gustó igualmente.
Luego vino su madre, y la conocí. Preocupada por el hermano de Gerardo y cansada de llevar tanto tiempo en el hospital, merendamos juntos una mona de Pascua que tenían en casa y algo de helado (no recuerdo haber llevado helado a casa... pero comimos helado xD). Y luego fuimos a hacerle una visita a su hermano, por lo que también conocí, aunque brevemente, a su padre y a su hermano. Y a un tío suyo que estaba de visita xD
Su hermano, todo contento “Gerardo, llevo todo el día vomitando! He contado las veces! Van unas 15!!” xDD

El día siguiente el plan fue parecido. Nos despertamos temprano, pero nos quedamos en cama hasta casi la hora de comer. Pero fuimos a comer al Wok más aberrante que he visto en mi vida. Era una nave industrial solo para el restaurante. No sé, como 200 mesas de gente. Enorme.
Tras eso, dimos otro pequeño paseo por Castellón y terminamos en su casa viendo otra película. Escogimos Looper, que Gerardo tampoco había visto, y no era tan buena como pintaba. Es más, me dejé llevar y me comí unos minutos del final porque me quedé dormida. Tampoco es que la película hubiera ganado en sentido si la hubiera visto entera xD
Luego nos echamos la primera de las panzadas de reír del viaje. No recuerdo cómo (posiblemente con Gerardo diciendo lo de “en el mío país”), pero terminamos invocando a la ira vegana, porque queríamos usar las gallinas para pintar las paredes, ni siquiera para comerlas. De estas panzadas a reír que te acaba doliendo la barriga y no sabes cómo empezó aquéllo.
Mientras estábamos en su casa nos dijeron desde el hospital que a su hermano le había empezado a doler el costado derecho y que, efectivamente, era apendicitis y lo operarían esa tarde. Al día siguiente, antes de comer, nos pasamos por el hospital, con su hermano ya operado y bien, imagino que bastante aburrido además, pero estaba bien. Intentábamos decirle que ahora con la cicatriz iba a ligar un montón, pero nos dijo que lo operaron de manera que no le quedará cicatriz. Se han cargado la parte divertida de tener apendicitis.
Por la noche volvimos pronto al hotel porque Gerardo se notaba raro y muy cansado. Nosotros acabamos descubriendo por qué era, pero no es decente hacerlo público. Solamente diré que en los días sucesivos más o menos conseguimos solucionarlo y nos acabamos riendo bastante xD

El lunes fuimos hasta la playa a Benicasim. Conseguimos levantarnos un poquito antes, y dimos un paseo por allí antes de ir a comer. Siguiendo su recomendación, esquivamos los sitios de guiris (especialmente uno donde servían “fideguá”) y fuimos a una pollería que, pese a lo que suena, sirve pollo. Y más cosas, pero fundamentalmente pollo asado. Pedimos medio pollo para los dos, una ensalada mediana y un plato mediano de patatas. Suerte que fuimos comedidos y no pedimos patatas grandes, porque tendrían que quitarle una mesa a otra gente para poder apoyar el enormísimo plato de patatas que nos hubieran servido.

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Luego seguimos dando vueltas por Benicasim. Acabando la playa de arena nos metimos en un espigón hacia el mar, toqué el Mediterráneo para ver que, efectivamente, está más caliente que el Atlántico (la prueba es que aún tengo todos los dedos de la mano), vimos un par de lapas y una caramuja, y luego dimos un paseo por una playa de cantos.
Al acabar, hicimos algo más que no recuerdo, y fuimos al local de ensayo. Yo iba con la cámara de fotos preparada, porque habían dicho hace tiempo que querían alguna foto, y tengo un poco de mono de sacar fotos en directo (aunque fuese solo un ensayo). Pero no pudo ser. Ellos llegaron a ensayar, y ensayaron, pero es que con ellos vino tal tropa de gente que allí no me podía mover cómoda. Tocaron una vez el setlist que tienen listo para un concierto en un festival en el que participarán a finales de mes y dieron el ensayo por terminado.

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Cogimos a un par de ellos y a un amigo y nos fuimos a cenar. Acabamos en un Burger King con más gente que se apuntó más tarde. Nos dividimos en un par de coches y quedamos en salir por la noche con más gente. Pero teníamos que pasar por el hotel, Gerardo quería ducharse, y cuando salió de la ducha ya no nos apetecía bajar. Para otra vez será.

Aquí lo dejo, para no alagar demasiado la entrada. Aún tengo más fotos (aunque todas están ya en Facebook), y más cosas que contar, como el peregrinaje que hice para volver a casa en modo zombie, y que aún no sé cómo conseguí completar sana y salva.