16 de mayo de 2012
Diario 40
La vida de soltera es dura. Mis amigos
lo están pasando bomba con mis historias porque se parten de las
cosas que me pasan. Pero yo, que no había tenido quebraderos de
cabeza por tíos durante mucho tiempo, creo que estoy pagándolos
todos ahora, y juntos. En la entrada anterior rompí con mi silencio
en cuanto a chicos, pero que no haya escrito sobre ellos no significa
que no hayan pasado cosas. Oh, si han pasado.
Antes de que llegase el niño del que
hablaba en la entrada anterior, yo ya tenía problemas conmigo misma
por culpa de otro chico. Ya he hablado de él en este blog, incluso,
aunque de pasada. Es un chico con el que comparto una asignatura de
libre configuración, Literatura francesa, porque él no hace
Filología. Recuerdo cuando lo vi por primera vez, cuando yo aún
estaba casada, por lo que se quedó en un “uoo, y este tío de
dónde sale?”. Minutos después me enteré de que estudiaba
Arquitectura, carrera que tengo cruzada gracias a mis experiencias
con sus alumnos, y entre eso y mi novio, pasó a ser un compañero de
clase más; aunque tengo que decir que me caía bien por su inocencia
a la hora de preguntar cosas en clase (el plagio en el siglo XII y
cosas así xD).
Pero yo empecé a ver cosas. Me
sonreía sin haber hablado conmigo nunca, me buscaba con la mirada en
clase, y un día, para asegurarme de que no me estaba imaginando todo
(no me lo acabo de creer cuando le gusto a un chico), lo puse a
prueba en el bus. Y picó. Yo le gustaba, podía verlo en su lenguaje
corporal, aunque no me lo hubiese dicho de palabra.
Luego, ese “martes diferente”, él
y yo, con otra chica de clase, nos fuimos a tomar algo después de
clase, y acabamos en su casa charlando hasta las tantas. Noté que él
no se retiraba hal hacer contacto físico conmigo (no es que lo
buscase, es más como si no se diese cuenta), y seguí viendo interés
por su parte. Soy un poco lenta y en el momento no me di cuenta, pero
me estuvo haciendo un pequeño interrogatorio durante esa noche. Qué
me gustaba, qué hacía, de dónde era, cómo era Filología, qué
pensaba de tal...
La noche acabó bien, a la mañana
siguiente cada uno fuimos a clase, y a la semana siguiente rompí con
mi novio. No por este chico, ni de broma, sino por muchas cosas que
se habían acumulado a lo largo de mucho tiempo. Que esté él en el
medio es casualidad.
En un momento de los días siguientes,
quedamos a solas. Vino a mi piso, conoció a Sally (a ella le calló
genial, le perdió el miedo a los pocos minutos, cosa que nunca
pasa), y, sin entrar en más detalles, nos liamos. Nada del otro
mundo, unos cuantos besos y cariño, que estaba acostumbrada a darlo
y me faltaba algo.
Nunca hablamos de eso. Él se fue, yo
me fui, volvimos a clase a la semana y nadie sacó el tema. Nos
veíamos pocas veces antes de entrar en clase; la mayor parte de
ellas era al salir. Sin disimular mucho, salía antes que yo del
aula, me esperaba en el pasillo e íbamos juntos al bus.
Pero no todo es bonito. Yo creo que me
hice ilusiones por él. Tengo claro que no quiero otra relación. No
quiero estar pendiente de nadie ni que nadie esté pendiente de mí.
Me había prometido pasar un tiempo sin chicos, sin tener que darle
vueltas a la cabeza por nadie. Eso me lo cargué a los pocos días de
estar soltera de nuevo, pero llegó un momento en el que me di cuenta
de que lo otro también. Estar con él me encantaba. Me saltaba el
estómago cuando aparecía por el pasillo, y no era capaz de dejar de
sonreír cuando hablábamos en el bus.
Las clases por la tarde son los martes
y los jueves. Él empezó a faltar, y empezamos a tener festivos. A
mí me mataba cuando llegaba la hora de clase, él no estaba,
entrábamos en el aula, él no estaba, y luego daban las 5 y daba por
perdido ese día. Luego todos los festivos o huelgas de este año
cayeron en martes o jueves, así que tampoco tuvimos muchas clases. Esperaba que llegase con ilusión y con una sonrisa, y me machacaba llegar al piso sola, sin haberlo visto.
Él empezó a desaparecer. Unos días después de liarnos hablamos
bastante por internet. Yo veía esas conversaciones como un “queremos
hablar, no sabemos de qué, el caso es estar hablando con él/ella”.
Él está de exámenes, en la recta final, y ya no se permite
distracciones. Desapareció de Facebook, de las clases, de todo. En
todo mayo lo he visto una sola vez. Me sigue saltando el estómago
cuando lo veo, pero cada vez menos.
El último día que vino a clase le
invité a un concierto. Por sus gustos musicales (bastante diferentes
a los míos, aunque escucha de todo) pensé que le podía interesar,
y dijo que si conseguía hacer un hueco se pasaría. No vino, me pasé
el concierto esperando, para acabar sola. No me importaría si al
llegar al piso no lo hubiese visto conectado a Facebook. Es decir, la
noche no la tenía tan ocupada, no vino porque no quiso.
Me siento como si no quisiera ya nada
conmigo. Como si no le gustase, o como si esa noche que pasamos
juntos no le hubiese gustado (mientras yo llevo soñando con ella
desde encontes), y yo quisiera saber nada más de mí. Sé que no soy
buena haciendo ver que me gusta alguien. Nunca lo fui, y después de
una relación de más de 3 años, mucho menos. Quizás no he sabido
transmitirle que él a mí también me gusta y ha acabado por
desistir. Pero el haberle invitado al concierto debería ser claro:
¿cuánta gente os ha invitado así a algún sitio y no quería nada?
Semanas antes, le ofrecí unos apuntes
de unos días que no había venido por un privado de Facebook, y no
me contestó. Dos días antes del concierto se lo recordé también
por privado, diciéndole la hora a la que sería, y tampoco contestó.
Ayer esperaba que viniese a clase. No
sabía si quería que viniese o no, si quería que se excusase no
haber aparecido, o que ni lo mencionase. Pero no vino. El próximo
viernes es festivo, el martes no viene la profesora, y el jueves
siguiente es el día anterior al Expotaku y no creo que vaya. La
siguiente oportunidad que tengo de verlo es ya en junio, en las dos
últimas clases que compartiremos (si viene).
Y ahora estoy hecha un lío, justo
como no quería que fuese. Mi deber moral como única compañera que
tiene contacto con él fuera de clase (no la única, aunque no sé
cómo entró en contacto con otra chica) es avisarle de que no habrá
clase. Pero no quiero preocuparme por él. Si pasa de mí, no
perdemos nada, yo paso también y cada uno por su lado. Debería
avisarle, pero me volveré a sentir tonta cuando no me conteste. No
quiero ser una pesada tampoco, pero algo dentro de mí aún cree que
puedo volver a gustarle, y no quiero perder esa oportunidad.
Por otro lado, nos quedan dos clases
juntos. Tras esas dos clases, si no aprovecho bien el tiempo ahora,
no le volveré a ver. Es posible que coincidamos en algún festival
de este verano, pero es poco probable, es más parecido a encontrar
una aguja en un pajar. No quiero que se vaya para no volver. Quiero
saber cómo aprovechar el tiempo que me queda para intentar lo que
pueda, por lo menos poner las cartas sobre la mesa. Porque tengo claro que me gusta. Estaba medio enfadada por no haber venido al concierto y por no haber avisado, pero cuando llegó el martes volví a sentir ilusión porque él viniera a clase, y me decepcioné cuando no vino. Después de "probarlo" quiero repetir, y sé que lo que me como ahora la cabeza va a valer la pena.
También la solución más fácil es la
más probable, y en la que menos he pensado: no quiere tener cosas en
la cabeza durante los exámenes, e intenta alejarse para que no le
interfiera. No es del todo coherente con otras cosas que me contó
que hizo, pero es posible. Pero cuando acabe los exámenes se volverá a su pueblo, yo me volveré al mío, pasaremos el verano separados sin tener mucho contacto, y no quiero que llegue el próximo curso y haya desaparecido del todo.
Mientras, sigo pensando en qué hacer.
No tengo ni idea, la verdad. Pero conociéndome, lo más probable es
que llegue el día en el que nos despidamos y no sepa qué decirle, o
no me atreva. Me costó muchísimo invitarlo al concierto, y durante
las semanas siguientes a liarnos quería decirle que me gustaba
mucho, que no sabía qué pensaba él, pero que me llamase cuando
quisiera. Pero nunca me atreví a decírselo.
Ahora mismo, en el fondo da igual.
Quedan una semana para la próxima clase, a la que no sé si iré
siquiera. Hasta ese momento no puedo hacer nada. O si puedo, no tengo
ni idea de cómo.
Me encanta cuando me hago promesas a
mí misma. No me comeré la cabeza con tíos, me mantendré alejada
de tíos durante un tiempo, no volveré a tener ilusión por nada...
como siempre.
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2 comentarios:
Tienes dos opciones: pasar y centrarte en estudios (y en el "riquiño" :P) o tirarte de cabeza a la piscina. Si decides tirarte a la piscina, a por todas, ¿eh? Y si no, pues a tomarlo con calma y centrarte en los exámenes :)
Besos^^
¿Sabes? Me has recordado mis años de Bachillerato... (yo sin lío de por en medio).
Está claro que cada caso es un mundo, pero aunque sea difícil, intenta "desengancharte" de él, al menos a mí me ha dado la impresión de que no sabe lo que quiere y por eso no se lanza más. Y para comerse la cabeza por algo así, pues hale... ya vendrán mejores.
De todas maneras, toda opción será buena.
¡Suerte con todo(s)!
Besos :)
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