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9 de enero de 2012

Sevilla, primera parada

Soy una suicida. Me estoy poniendo a escribir sobre Sevilla a las 11 y media de la noche del domingo. Mañana tengo clase aunque aún no lo haya asimilado, y aunque la semana que pasé fuera me va a dar para más de una entrada, sigue siendo una locura. Hoy no duermo xD
Empiezo contando que todavía no tengo fotos. Mi pequeña tarjeta de 4gb se llenó cuando fuimos a Málaga, descargué las fotos en el portátil de Iris y todavía no las tengo. Como se viene esta semana y pasará por mi piso (bieeen!) me las pasará. Entonces empezaré a seleccionarlas, editarlas, y esas cosas que le hago a las fotos y ya las subiré. Al final voy a estar todo enero hablando de Sevilla, lo estoy viendo.
Así que hoy toca entrada sosa, sin fotos.

Empezamos por el principio. El jueves 29 de diciembre cogí un avión en Santiago con destino a Sevilla. Mi primer viaje en un avión conscientemente. Por lo que me contaron mis padres fui en avión desde Coruña/Santiago (no lo sé, la verdad) a Barcelona y vuelta cuando tendría 3 ó 4 años, pero no me acuerdo, así que no cuenta.
Mi primera vez en avión, e iría sola. Sola desde pasar la cosa de los metales hasta aterrizar en Sevilla, eso si Iris acertaba por dónde salen los que acababan de llegar y no me quedaba mangada allí. Tenía dos opciones: acojonarme, recordar Lost y que acabó muriendo el 90% de los personajes en una isla alejada de la mano de Dios, ir pensando todo el camino en que iba a morir irremediablemente, metida en ese ataúd con alas; o pasarlo bien y tomármelo todo con una ilusión infantil. Pensé que era más divertida la segunda opción, y no dejé entrar a la ansiedad en ningún momento.
Dos noches antes de despegar lo pasé mal. Estuve casi toda la noche en vela, temblando, intentando controlarme, pero me ganó. Desperté tras apenas cinco horas de sueño hecha una mierda, y arrastrando las consecuencias todo el día. Y dije que no iba a dejar que eso se repitiese. Yo quería irme a pesar de pasar bastantes días lejos de casa, y no iba a convertirlo en un sufrimiento. Así que empecé a tomármelo de otra manera, o a intentarlo.
Conseguí que la noche anterior a despegar (sería a media tarde) dormir bien, acabar de hacer la maleta con tranquilidad (40% ropa, 60% lanas) y comer bien. Bueno, lo de comer no lo hice. Comí cerca de la 1 de la tarde un plato de grelos sin mucho más, y antes de despegar el avión ya me estaban rugiendo las tripas. Suerte que Iris fue buena y me llevó un paquete de galletas al aeropuerto xD
Mi padre había tenido guardia de noche, y como no quiso comprometerse a estar en condiciones físicas de llevarme, me llevó mi hermano. Con ayuda (poca) del GPS de su móvil llegamos bien al aeropuerto. Yo quería estar con tiempo, porque además no conocía el edificio, y él no se fiaba de no perderse, así que salimos a las 2 y media de la tarde cuando las puertas de embarque las cerrarían a las 6 de la tarde. Al final no tuvimos imprevistos y llegamos al aeropuerto a las 4 de la tarde.
Él se encontró con un chico que tenía que bajar a nuestro pueblo, así que a la vuelta no iría solo. Y yo, tras pasar el detector de metales, no iba a tener compañía. El chico llegó pronto al aeropuerto, y les dije que se fuesen. Pasé por el detector de metales tras atascárseme el cinturón en los pantalones y parecer idiota sin muchos problemas, y cuando llegué a nuestra puerta de embarque apenas había 20 personas. Quedaba mucho para que llegase nuestro avión, aunque a esas alturas ya avisaban de que venía retrasado.
Así que llamé a Iris y estuvimos hablando durante un rato. O dos xD Abrirían las puertas de embarque cerca de las 5 y cuarto, o un poco después, y la gente empezó a hacer cola a las 5 menos cuarto. Hay que sumarle que venía con retraso, y para cuando embarcamos, había gente que llevaba como dos horas de pie. Yo dije que pasaba de ser una matada o sentarme en el suelo, y sentada en los bancos que había por allí tan ricamente estuve charlando con Iris sobre... no me acuerdo, imagino que de todo, como siempre. No conseguiría ventanilla, pero tampoco me iba cansar los pies por ella.
El avión llegó cuando tenía que estar saliendo. A las 6 y media. Bajaron los otros pasajeros, imagino que el avión repostó, y nos dejaron pasar. Salimos de Santiago cerca de las 7 y media, y el viaje a Sevilla fue de poco más de una hora.
Mi primera impresión sobre el avión es que era demasiado pequeño. Sacando la altura y las alas, conozco autobuses más grandes que eso. Y que se menean menos también xD Como suponía, no conseguí ventanilla, aunque pude disfrutar de mi ilusión tonta de ver a las azafatas correr de un lado para otro, de los carritos, de la gente pasando. Lo pasé como una enana.
El avión iba lleno de niños de entre 3 y 5 años, y cuando sube por el estómago la sensación del despegue, empezaron a gritar entre risas, como “andaaa qué sensación tan raaraaa”, y yo tuve ganas de hacer lo mismo xD El avión se meneaba bastante, pero decidí no asustarme ni pensar que se iba a romper todo en cachos. Y lo mejor es que resultó. Estaba disfrutando de aquello porque había decidido hacerlo. Parece una tontería haberse tomado el vuelo así, pero el hecho de que haya conseguido redirigir los pensamientos hasta conseguir cambiar mis impresiones es un paso enorme para encarar la ansiedad.
Durante el vuelo me dediqué a ver pasar las azafatas, los carritos, a intentar entender el inglés que hablaban las azafatas (raro, de memoria, y desganado, con una entonación cortada o falta de interés), y para cuando me estaba empezando a aburrir y quise sacar el mp3 para escuchar algo de música, anunciaron que había que apagar todos los aparatos electrónicos porque íbamos a aterrizar.
Llegamos a Sevilla sin más complicaciones. Cuando bajamos el avión seguí a la gente, y para cuando me di cuenta, estaba delante de Iris. Tuvimos la suerte de que por encima había un autobús cargando gente, y ya nos subimos. Luego cogimos otro bus, que nos dejó casi delante de su piso, y entre cenar y conocer a su compañera de piso, se nos acabó el día.

Creo que para mañana dejaré mis impresiones sobre Sevilla. Porque si el viaje en avión me ha dado para tanto, no quiero pensar en el resto, y tampoco voy a hacer una maxientrada contando todo. Aunque viendo lo que fui escribiendo esos días en Twitter creo que se puede formar una idea de lo que me pareció la ciudad. Pero eso para otro día, que hoy es tarde y aún tengo que deshacer la maleta. Mañana supuestamente tengo clase.
Mañana viene lo divertido. O eso parece, a juzgar por el revuelo que ha causado lo que he ido diciendo. No sabía que lo que yo pensase era tan importante.

1 comentario:

Isi G. dijo...

Si es que somos como crías cuando estamos en un avión, a mí me pasó igual cuando fui a Canarias jajaja

Un besazo^^