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29 de julio de 2011

Como... magia

Hoy por la mañana, a las 5 concretamente, me sonó el despertador. Salíamos de vacaciones, y nos veníamos al sur de Portugal. Son muchas horas de viaje, y para llegar con tiempo, decidimos que era mejor pegarse el madrugón que andar pendientes de velocidades, de perderse, no perderse y demás imprevistos.
No me fui a dormir tranquila del todo por el viaje (no me gusta viajar), pero cuando sonó el despertador a las 5 de la mañana me desperté con una ansiedad muy alta, como no lo había estado desde hace varios meses. De estos días que tengo miedo de moverme, de que no sé qué hacer con las manos, con los pies, con la cabeza… siento que voy a explotar o me voy a caer a cachos y no tengo ninguna manera de pararlo. Es la primera vez en casi seis meses que tengo náuseas, y no sé si la primera que noto que no es el estómago lo que me duele, si no todos los músculos alrededor, que están tensos hasta casi romperse.
Me sentía fatal, como no me había sentido en mucho tiempo. Sé que no tengo que temerle a los viajes en coche; mi mayor miedo es marearme y NUNCA me mareo en coche salvo que vaya leyendo o algo así. Intenté relajarme, hacer respiraciones controladas, pensar en lo positivo del viaje, en alejar la mente de lo que menos me gustaba… pero me fue muy difícil.
Cargamos las bolsas en el coche, y me senté en el asiento de atrás, dolorida y, ya a las 6 de la mañana, con los músculos agotados de estar tensos. Pensé que la última vez que tuve una ansiedad algo alta, Superbia me ayudó a rebajarla. Dejé recorrer unos kilómetros, me acurruqué en el asiento de atrás, y me puse el mp3. Empieza Superbia, me relajo un poco. Siguen las canciones y poco a poco voy relajándome. Para la segunda vuelta del disco, no estaba normal, pero casi.
Lo que pasó en las horas siguientes no lo tengo muy claro, cosa de llevar los ojos cerrados y ser esas horas. Recuerdo que estaba acurrucada en el asiento, con el mp3 puesto y Carlos cantando, y cuando me di cuenta, habían avanzado dos canciones. Había sido capaz de relajarme hasta el punto de dormirme.
Me puse más cómoda, y la siguiente vez que me desperté, empezaba Tic Tac. Estar relajada por fin, después de esos momentos de miedo y angustia, y escuchar la canción entre cabeceos fue lo más parecido a la paz que he sentido en varios meses. Acabó por segunda o tercera vez el disco, y cambié de grupo. El lector del iPod me decía que tenía una lista de reproducción de Skunk DF, y hace tiempo que no los escucho.
Me volví a quedar dormida, creo que no acabé la primera canción. Para estas alturas ya estábamos pasando Vigo.
Horas después (por lo que me dijeron mi padre y mi hermano), me desperté de nuevo, pero con una sensación de calidez. Todavía con los cascos puestos, sentí que tenía que despertarme por algo. Con una sonrisa, descubrí la voz de Carlos en sus cuatro versos en Lecciones de vida. Me volví a quedar dormida.
Y tiempo después volví a despertarme con una sonrisa. De nuevo ese pequeño sobresalto por el cual merece la pena levantarse. Cuando volví un poco a la consciencia, reconocí los primeros momentos de Invisible.
Notarme descansada, relajada, contenta, y despertarme sabiendo que voy a escuchar su voz (además justamente la de esa canción) me arregló la mañana. Ya daba igual la ansiedad, las cinco horas de coche que me quedaban por delante. Me había despertado únicamente para escucharlo, mi subconsciente me había despertado en las canciones en las que participa para poder escucharlo. Primero, solamente con su voz (y la ayuda del resto del grupo, claro) consiguió librarme de la ansiedad, hasta niveles de quedarme dormida, y luego consiguió alegrarme lo que quedaba de día.

Si alguna vez caigo en coma, creo que ya sabemos qué necesito para despertarme.

1 comentario:

Isi G. dijo...

Espero que no caigas en coma, pero si caes alguna vez seguro que sales de él con la voz de Carlos :)

Un besote y feliz viaje^^