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12 de octubre de 2012

Más paja en el ojo ajeno

Hay temporadas mejores, y hay temporadas peores. También hay temporadas donde parece que todos los gilipollas están aterrizando cerca, y, casualidad o no, te tocan todos a ti. Porque tras la entrada anterior de “la paja en el ojo ajeno” estoy de nuevo en una situación parecida: alguien que se queja de que le hacen algo, que él me ha hecho a mí, lo predica a los cuatro vientos, y parece que no se da cuenta.

Por partes.
Desde hace mucho tiempo, desde que me tatué concretamente, llevo siguiendo a un chico en Twitter. En realidad me encontró él (que también se iba a tatuar esos días) y le hice followback. Nunca tuvimos mucho contacto, pero me gustaba seguirlo; o por lo menos no me molestaba hacerlo. No coincidíamos en muchas cosas, sobre todo porque él twittea sobre todo sobre WOW (del que yo no sé nada) y fútbol. Intercambiábamos un par de mensajes y ya está.
Pero hace unas pocas semanas, unas 3, vi que algo iba mal. Tenía toda a pinta de haber dejado a su novia en condiciones similares a cómo dejé yo a mi ex hace 6 meses, pero él lo estaba llevando fatal. Dijo que cerraría la cuenta, y le hice una mención diciéndole que esperaba que le fuese todo bien y que se le echaría de menos. La cerró. A las 24 horas volvió diciendo que no iba a huir, que huyendo no iba a solucionar nada. Le di la bienvenida, y como pensé que podía ayudarle en algo, le dije que si quería hablar contase conmigo, aunque no nos conocíamos apenas. No es la primera vez que hago esto.
Nos agregamos, y empezamos a hablar. Pasamos como tres o cuatro noches hablando hasta las 5 de la mañana, más llevaderas o menos. Lo importante es que parecía que conseguía distraerlo. Lo comenté con un par de personas, y aunque parecía descabellado, parecía que todos estaban de acuerdo en que él algo quería. Que aunque estuviese dolido por lo de su ex, no era normal que hablase tanto conmigo, hasta tan tarde y así. Por otro lado, yo me empecé a ilusionar con él. No parecía la persona que yo conocía de twitter, sino un chico más cariñoso algo menos borde de lo que parecía.
En muy pocos días llegamos a unos niveles muy altos de confianza, tanto que casi estábamos planeando vernos. Aunque él es de Madrid, desde que estuvo Isi con el novio, y ya que va a haber una mini kdd de la web en la que trabajo, tenía ganas de ir. Y como en Coruña tenemos casa para acogerlo, le dije que se viniera. Estaba en un punto en el que si me lo llega a decir una vez más, le digo que voy.
Entonces él empezó a seguir a Iris. Estábamos en las puertas de la Mardi Gras, el 29, esperando para el concierto de Gauntlet, y me dice “Mira, un tío con nombre raro me acaba de empezar a seguir”, y era él.
Al llegar a casa, mientras yo agonizaba un rato, y durante los siguientes días, cambió a Iris por mí. Ella jugó a WOW, tenían más de qué hablar, y de un día para otro pasó de pedirme que fuese a Madrid, dejándome los dientes largos con las cosas que me llevaría a ver, a no ser nadie. Después de alterar mis horarios por quedarme ayudándolo, distrayéndolo, pasaba de mí sin darme ninguna explicación.
Y me sentí una tonta, y me empecé a sentir muy mal. Por tonta, por haber caído en algo así, por ilusionarme de nuevo con algo que no iba a llevar a ningún lugar (de principio porque, aunque todo hubiese ido bien, y él también se ilusionase conmigo, yo no quiero nada a distancia; ya lo tuve y no lo quiero), y sobre todo, por haber pensado que él era diferente a cómo era. No era más que otro crío cambiachaquetas, otro forocochero más, otro de “yoyoyoyo” que no se da cuenta de que los demás también existimos. Un desagradecido como poco.
Aún así, mi promesa, de hacía apenas un par de semanas, era estar ahí por él. Decía que estaba bastante solo, y eso parecía. Y por mucho que me doliese a mí, quería estar ahí para ayudarlo. Sin importarme lo que me pasara a mí o cómo me sintiese yo, él necesitaba más la distracción que yo.

Con lo que parecía que él no contaba es que Iris me iba a contar todo lo que hablasen. Ella luego me contó cosas, entre las que destaca que él empezó a sentir respecto a ella lo que yo sentía por él. Un culebrón. Él decía lo mío le había sorprendido porque había pasado todo en muy poco tiempo, pero en el mismo tiempo le pasó a él con Iris. Mientras, Iris le dejó claro desde el principio que está por otro, que más o menos la corresponde, y que también está en Madrid. El chaval este me llegó a decir que creía que si Iris iba a Madrid, se verían y pasaría algo. Iris ya le había dicho que no, y yo también le dije que no. Que Iris tenía más cosas que hacer en Madrid que estar con él. Pero él seguía en su mundo de fantasía.
Cuando yo ya estaba completamente al margen tuvieron bronca. Él prácticamente le insistió a Iris para “arreglar” las cosas con el otro chaval, teniendo la esperanza de que se pelaran y así ella quedar para él. Con lo que no contaba es que lo arreglaron de verdad. No se lo tomó bien, le armó un Cristo de la hostia y se enfadó muchísimo.
Entonces es donde viene la paja en el ojo ajeno.
Empezó a publicar en twitter que estaba cansado de ser un buenazo que busca la felicidad ajena sobre la propia, y que eso iba a cambiar. Cuando le da el punto, se pone a twittear sobre lo despreciado que se siente, sobre que a partir de ahora él va a ser lo primero en lo que piense, porque está cansado de que la gente lo pise.

Entonces es cuando me quedo con cara de gilipollas y sin saber qué decir. Pero qué me cuentas, niño? Conmigo no te ha puesto en segundo plano, en ningún momento pareció siquiera que le importara que yo me encontrase mal, más allá de la preocupación cortés por ser amigos. Yo sí lo he dado todo por él cuando no tenía por qué, porque él siempre fueron unas letras y un avatar cambiante en una pantalla. Sin tener por qué, me preocupé por él, me volqué con él aunque supusiese tener sueño o cansancio el día siguiente, o no parar de pensar qué podía hacer para distraerlo o hacer que se sintiese mejor. Y luego por él me empecé a sentir mal como había mucho que no me sentía, y parece que ni siquiera le importó.
Que me venga a hablar de ponerse en segundo plano para buscar la felicidad de otros. Que me hable de “sacrificarse” o de apoyo. Que raje.

En fin. Tras descubrir que no era cómo yo pensaba que era, se me pasaron los “males”. Si algo he aprendido en los últimos años es a motivarme, a olvidar ciertas cosas, y que cuando algo no vale la pena... no vale la pena. Pero ahora tengo que aguantarlo, haciéndose la víctima, el pobrecito, dando pena por twitter como la daba hace unas semanas, mendigando atención. Al diferencia es que ahora sé qué pasa detrás de twitter.
Al contrario que él, yo no pienso cambiar. Sigo pensando que, aunque a veces duela, vale la pena intentar ayudar o escuchar a quien lo necesita. No es la primera vez que lo hago y no es la primera vez que acabo escaldada, pero no por eso voy a dejar de hacerlo. Sigo creyendo en el poder de las sonrisas y la motivación, y voy a estar ahí para quien lo necesite. A veces incluso aunque no los conozca, o no lo merezca.

1 comentario:

Isi G. dijo...

Por buenas nos toman por tontas a veces... Ains, si es que hay algunos que son para darles de hostias con la mano abierta hasta que se durmiera la mano.

¡Besos!