Por la época y los autores que abarca, debería ser una asignatura con muchos apuntes, lecturas y complicación. Pero las hojas abultaban poco, y el 1 de septiembre empecé a estudiar.
Una hora de estudio diario (bueno, menos) me llevó a acabar con el temario justo.
Fue grapar las hojas, darlo por concluido y empezar a verle defectos a los apuntes por todos lados: de la obra de Quevedo no se dice nada, de Góngora apenas se nombra nada; por supuesto, nada de características de la poesía de ninguno de los dos. Las características del Quijote eran una santísima mierda, y Calderón de la Barca ni se nombra en todos los apuntes.
Ahí empezaron a crecer los nervios. Intentaba tranquilizarme diciéndome que yo no tomé esos apuntes, sino un compañero de clase que es un santo, y que con ellos aprobó en junio. Pero a la vez… ¿y si había aprobado por coincidencia?
A eso, tuve que juntarle que el martes iba a hacer mi primera práctica en Coruña. El problema no era la práctica en sí, sino lo que vendría después: quedarme a dormir.
Ya me pasó hace una semana, y es que es pensar en quedar a dormir en Coruña y empezar a encontrarme mal. Recuerdo las dos últimas veces que fui, y que lo pasé fatal, y me da miedo volver. El problema viene de que no sé de qué coño tengo miedo, mejor cuidada que allí no voy a estar en ningún sitio. Y tengo ganas de ir, tengo unas ganas enormes de volver a ver a David, volver a estar con él, poder hablar con él de verdad y no por el teléfono… y encontrarme mal me da rabia, porque quiero ir y siento que no puedo. Y David tiene ganas de verme, no se merece que por un miedo irracional que tenga...
Saldríamos de casa hacia Coruña poco antes de las 8 de la mañana. Era más de la una y solo el pensar en dormir me daba miedo.
Le conté a mi padre que estaba nerviosísima. Se me veía hasta temblar, el estómago no me daba tregua. Y empezamos a hablar. De que qué tengo miedo, por qué tengo ansiedad, y por qué no como apenas últimamente: estoy adelgazando mucho –o bueno, es muy visible para mi estatura y volumen en general- por comer menos que antes. Hasta que un día de nervios no fui capaz de comer no me había dado cuenta, y después de eso creo que estoy recuperando el ritmo, aunque me va costando.
Y de nuevo los nervios me desbordaron. Desde los 10 años era incapaz de llorar, y llevo unos meses, concretamente dos semanas, que no soy capaz de retenerlo. Antes ni tenía ganas, y ahora, cada vez que pienso en todo esto de la ansiedad, en que echo muchísimo de menos a David y que quiero verlo, pero que no soy capaz de armarme de valor y afrontar una noche en Coruña, y me supera. Joder, escribo esto y me vuelvo a desbordar.
Tuve una charla sincera con mi padre por primera vez desde… siempre, creo. Después de hora y media de charla y lloros, de muchos pañuelos y muchos “no sé cómo hacer que pare, no sé qué me pasa”, estaba tan agotada que ya ni sentía ansiedad ni nada, salvo ganas de irme a dormir. Sobre las 3 me relajé finalmente, para despertar a cada hora y dormir agitada.
A las 7 y cuarto sonaba el despertador, y poniendo los apuntes en un bolso para llevármelos por si acaso quería mirar algo por el camino –hace mucho que no entro a examen con los apuntes debajo de las narices- se me ocurrió que a lo mejor estaba bien llevarme algún bolígrafo. Para escribir y tal.
Llegamos a Coruña a las 9, el examen era a las 10.
Me dejaron mi padre y mi hermano en la Facultad y ellos se fueron Coruña adelante a matar el tiempo. Fui a la biblioteca a suplir rápidamente las carencias de los apuntes, aunque no me sirvió de nada, y cuando volví a salir a la calle, ya estaba una compañera mía.
Hacía tanto que no subía esas escaleras, que no veía el Aula Net cerrada cuando debería estar abierta –los becarios se la rascan que da gusto-, que no cruzaba esos pasillos, idénticos entre sí, que los ojos dejaron de picarme por las lágrimas de la noche anterior y sentí algo diferente. Y cuando salí a la calle y me encontré con una de las compañeras, y a los diez minutos aparecieron otros tres… era diferente. No sentía nervios por la mierda de apuntes, las malas noches en Coruña se borraron, era mi Facultad, mis compañeros y era un día más. Y no importaba el resto.
Por el examen… hubo preguntas fáciles (“Características de la novela picaresca”) y otras que no había por donde coger, como el “Auto sacramental” o “definición de humanismo”, o el comentario de texto. Que se suponía que iba a ser de un poema y puso un ensayo sobre la vida de los soldados, que parece ser que pertenece al Quijote.
Pero ya no importaba: había estado después de dos meses en mi Facultad, con mis compañeros, y había ido en un bus universitario.
Y si antes estaba indecisa, ahora estoy segura de que así como empiece el curso, iré al SAPE a hablar con los psicólogos, que me den técnicas de relajación o algo, pero no puedo seguir así.
y a ver los pasos por dó me han traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;
mas cuando del camino’stó olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido;
sé que me acabo, y más he yo sentido
ver acabar comigo mi cuidado.
Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme
si quisiere, y aún sabrá querello;
que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?
1 comentario:
Nena, si necesitas desahogarte o charlar de lo que sea, estaré por el msn, aunque me veas no disponible, háblame ;)
Besotes y ánimo^^
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