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15 de septiembre de 2009

A tanto mal no sé por dó he venido... - Diario 11

Esta mañana hice mi primer examen de septiembre de mi vida, el último por el momento. Literatura II, una asignatura cuatrimestral sobre la Literatura española del Siglo de Oro: Renacimiento y Barroco.
Por la época y los autores que abarca, debería ser una asignatura con muchos apuntes, lecturas y complicación. Pero las hojas abultaban poco, y el 1 de septiembre empecé a estudiar.
Una hora de estudio diario (bueno, menos) me llevó a acabar con el temario justo.
Fue grapar las hojas, darlo por concluido y empezar a verle defectos a los apuntes por todos lados: de la obra de Quevedo no se dice nada, de Góngora apenas se nombra nada; por supuesto, nada de características de la poesía de ninguno de los dos. Las características del Quijote eran una santísima mierda, y Calderón de la Barca ni se nombra en todos los apuntes.
Ahí empezaron a crecer los nervios. Intentaba tranquilizarme diciéndome que yo no tomé esos apuntes, sino un compañero de clase que es un santo, y que con ellos aprobó en junio. Pero a la vez… ¿y si había aprobado por coincidencia?
A eso, tuve que juntarle que el martes iba a hacer mi primera práctica en Coruña. El problema no era la práctica en sí, sino lo que vendría después: quedarme a dormir.
Ya me pasó hace una semana, y es que es pensar en quedar a dormir en Coruña y empezar a encontrarme mal. Recuerdo las dos últimas veces que fui, y que lo pasé fatal, y me da miedo volver. El problema viene de que no sé de qué coño tengo miedo, mejor cuidada que allí no voy a estar en ningún sitio. Y tengo ganas de ir, tengo unas ganas enormes de volver a ver a David, volver a estar con él, poder hablar con él de verdad y no por el teléfono… y encontrarme mal me da rabia, porque quiero ir y siento que no puedo. Y David tiene ganas de verme, no se merece que por un miedo irracional que tenga...

Saldríamos de casa hacia Coruña poco antes de las 8 de la mañana. Era más de la una y solo el pensar en dormir me daba miedo.
Le conté a mi padre que estaba nerviosísima. Se me veía hasta temblar, el estómago no me daba tregua. Y empezamos a hablar. De que qué tengo miedo, por qué tengo ansiedad, y por qué no como apenas últimamente: estoy adelgazando mucho –o bueno, es muy visible para mi estatura y volumen en general- por comer menos que antes. Hasta que un día de nervios no fui capaz de comer no me había dado cuenta, y después de eso creo que estoy recuperando el ritmo, aunque me va costando.
Y de nuevo los nervios me desbordaron. Desde los 10 años era incapaz de llorar, y llevo unos meses, concretamente dos semanas, que no soy capaz de retenerlo. Antes ni tenía ganas, y ahora, cada vez que pienso en todo esto de la ansiedad, en que echo muchísimo de menos a David y que quiero verlo, pero que no soy capaz de armarme de valor y afrontar una noche en Coruña, y me supera. Joder, escribo esto y me vuelvo a desbordar.

Tuve una charla sincera con mi padre por primera vez desde… siempre, creo. Después de hora y media de charla y lloros, de muchos pañuelos y muchos “no sé cómo hacer que pare, no sé qué me pasa”, estaba tan agotada que ya ni sentía ansiedad ni nada, salvo ganas de irme a dormir. Sobre las 3 me relajé finalmente, para despertar a cada hora y dormir agitada.

A las 7 y cuarto sonaba el despertador, y poniendo los apuntes en un bolso para llevármelos por si acaso quería mirar algo por el camino –hace mucho que no entro a examen con los apuntes debajo de las narices- se me ocurrió que a lo mejor estaba bien llevarme algún bolígrafo. Para escribir y tal.

Llegamos a Coruña a las 9, el examen era a las 10.
Me dejaron mi padre y mi hermano en la Facultad y ellos se fueron Coruña adelante a matar el tiempo. Fui a la biblioteca a suplir rápidamente las carencias de los apuntes, aunque no me sirvió de nada, y cuando volví a salir a la calle, ya estaba una compañera mía.

Hacía tanto que no subía esas escaleras, que no veía el Aula Net cerrada cuando debería estar abierta –los becarios se la rascan que da gusto-, que no cruzaba esos pasillos, idénticos entre sí, que los ojos dejaron de picarme por las lágrimas de la noche anterior y sentí algo diferente. Y cuando salí a la calle y me encontré con una de las compañeras, y a los diez minutos aparecieron otros tres… era diferente. No sentía nervios por la mierda de apuntes, las malas noches en Coruña se borraron, era mi Facultad, mis compañeros y era un día más. Y no importaba el resto.

Por el examen… hubo preguntas fáciles (“Características de la novela picaresca”) y otras que no había por donde coger, como el “Auto sacramental” o “definición de humanismo”, o el comentario de texto. Que se suponía que iba a ser de un poema y puso un ensayo sobre la vida de los soldados, que parece ser que pertenece al Quijote.

Pero ya no importaba: había estado después de dos meses en mi Facultad, con mis compañeros, y había ido en un bus universitario.
Y si antes estaba indecisa, ahora estoy segura de que así como empiece el curso, iré al SAPE a hablar con los psicólogos, que me den técnicas de relajación o algo, pero no puedo seguir así.

Cuando me paro a contemplar mi’stado
y a ver los pasos por dó me han traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

mas cuando del camino’stó olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido;
sé que me acabo, y más he yo sentido
ver acabar comigo mi cuidado.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme
si quisiere, y aún sabrá querello;

que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?

1 comentario:

Isi G. dijo...

Nena, si necesitas desahogarte o charlar de lo que sea, estaré por el msn, aunque me veas no disponible, háblame ;)

Besotes y ánimo^^