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5 de abril de 2013

Castellón, primera visita. Primera parte.

Creo que ya estoy despejada como para ponerme a hablar de esta semana que pasé en Castellón. Despejada solamente, porque, como con todo lo bueno, tengo secuelas físicas que tardarán unos días en irse del todo. Pero ya no soy un zombie que tiene el automático puesto, pienso fluidamente y esas cosas que se hacen cuando estás descansado. Así que empezaré a contar mis aventuras por Castellón, en mi primera visita a la ciudad.

Como siempre, me las apañé para empezar el viaje mucho antes de que empezase de verdad. Esta vez viajé en avión desde Santiago a Valencia, y los únicos vuelos que hay en esa línea salen a las 8 de la mañana. Como no iba a hacer que nadie en mi casa madrugase lo suficiente como para llevarme, mi hermano me acercó a Santiago la tarde anterior, “dormí” en su piso, madrugué sola y me fui al aeropuerto con tiempo. O eso era la teoría. Porque dormir... no dormí. Tenía miedo de no despertarme y perder el avión, y no me dormí ni cuando decidí rendirme al cansancio y dormir aunque fuesen, unas 3 horas. Para no ponerme demasiado cómoda, no fui a ninguna cama, sino que me quedé en el sofá. Pasé la tarde leyendo, y por la noche ya tenía el cuerpo destrozado del sofá duro y viejo, y en total conseguí dormir como media hora.
Y a las 6 de la mañana recogí todo, me abrigué bien y fui a esperar al autobús del aeropuerto. Tardó un poco en venir, pero pronto estábamos en Lavacolla. Ya tenía puerta de embarque asignada, aunque estaban aún embarcando los del vuelo anterior. A menos de media hora de salir para Valencia estaba yo sola esperando, y pensé que quién sabía, a lo mejor tenía todo el avión para mí. Pero no. Solamente era demasiado temprano y la gente empezó a llegar 5 minutos antes de que empezáramos a embarcar.
El vuelo fue normal. Destaco que el piloto fue suavísimo y no tuvimos choque apenas contra la pista al aterrizar en Valencia, y no sé cómo, llegamos con 20 minutos de adelanto. Tenía miedo de que Gerardo no hubiera llegado todavía al aeropuerto, pero allí estaba.

Y salimos para Castellón en coche. Tardamos un ratito en llegar, dejamos el coche en el garaje de su casa (con miedo a sufrir una emboscada de sus padres, aunque no pasó nada) y fuimos al hotel.
Creo que nadie que no haya tenido una relación a distancia puede entender la sensación de por fin estar juntos. La sensación de llegar al hotel, dejarlo todo tirado y empezar a ahogarse entre abrazos. Las ganas de quitarse la ropa, solamente para poder abrazarse y sentir, por fin, el calor y el tacto de la otra persona. Parece cursi y sentimentaloide, pero tras varios meses sin verlo, yo solo tenía ganas de tumbarme con él, pegarme mucho y abrazarlo hasta quedarme sin aire.
No batimos el récord de Madrid de estar 24h metidos en cama, aunque tampoco nos quedamos cortos. Conseguimos salir a cenar, y cenamos en un 100Montaditos, al que poco a poco le voy cogiendo más confianza y empiezo a probar cosas nuevas. Es que los nombres y las mezclas de lo que tienen no me acaban de llamar, tengo que ir poco a poco xD Aunque otra vez, me olvidé de probar los de chocolate.
Dimos una vuelta por la calle (en Castellón se puede estar tranquilamente por la calle en marzo sin miedo de que te salga escarcha en el pelo) y volvimos al hotel. Antes, Gerardo pasó por su casa a coger un portátil y el cargador del móvil, y antes de dormir vimos Metal: A headbanger's journey (que no había visto, tiene delito ¬¬) y Rompe Ralph, película que tenía muchas ganas de ver con él, y que en Madrid no encontramos tiempo para ir al cine a verla.

La mañana siguiente, el sábado, la hicimos para compensar el no haber batido el récord de 24h, y aunque nos despertamos temprano, no hubo manera de levantarse a desayunar. Cuando nos levantamos fue para salir a comer. Antes de salir, creo, la madre de Gerardo le llamó y le dijo que habían ingresado a su hermano. Parece ser que volvió de fiesta por la noche encontrándose mal, empezó a devolver y lo llevaron a urgencias. Después de no encontrarle una causa evidente, y como seguía doliéndole el estómago, decidieron quedárselo para seguirlo de cerca.
De todas maneras, salimos a comer. Fuimos a un Muerde la Pasta, bastante más pequeño que los que hay en Coruña, pero que estaba igual de lleno, y en el que las cosas estaban igual de ricas :~~ Al acabar de ponernos finos, fuimos a por un helado artesano de chocolate negro (sugerencia de Gerardo) que MADRE MÍA cómo estaba aquéllo. Y al acabarlo, fuimos a su casa a ver una película y a bajar la pasta.

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Su casa es peor que un laberinto, con esquinas, puertas que dan a habitaciones y más habitaciones, pero me guió hasta el salón y no me perdí ninguna vez. De entre todas las películas que no he visto porque apenas he visto cine en mi vida, escogimos El show de Truman. Me gustó. Esperaba otra cosa, a raíz de todo lo que había escuchado de la película, pero me gustó igualmente.
Luego vino su madre, y la conocí. Preocupada por el hermano de Gerardo y cansada de llevar tanto tiempo en el hospital, merendamos juntos una mona de Pascua que tenían en casa y algo de helado (no recuerdo haber llevado helado a casa... pero comimos helado xD). Y luego fuimos a hacerle una visita a su hermano, por lo que también conocí, aunque brevemente, a su padre y a su hermano. Y a un tío suyo que estaba de visita xD
Su hermano, todo contento “Gerardo, llevo todo el día vomitando! He contado las veces! Van unas 15!!” xDD

El día siguiente el plan fue parecido. Nos despertamos temprano, pero nos quedamos en cama hasta casi la hora de comer. Pero fuimos a comer al Wok más aberrante que he visto en mi vida. Era una nave industrial solo para el restaurante. No sé, como 200 mesas de gente. Enorme.
Tras eso, dimos otro pequeño paseo por Castellón y terminamos en su casa viendo otra película. Escogimos Looper, que Gerardo tampoco había visto, y no era tan buena como pintaba. Es más, me dejé llevar y me comí unos minutos del final porque me quedé dormida. Tampoco es que la película hubiera ganado en sentido si la hubiera visto entera xD
Luego nos echamos la primera de las panzadas de reír del viaje. No recuerdo cómo (posiblemente con Gerardo diciendo lo de “en el mío país”), pero terminamos invocando a la ira vegana, porque queríamos usar las gallinas para pintar las paredes, ni siquiera para comerlas. De estas panzadas a reír que te acaba doliendo la barriga y no sabes cómo empezó aquéllo.
Mientras estábamos en su casa nos dijeron desde el hospital que a su hermano le había empezado a doler el costado derecho y que, efectivamente, era apendicitis y lo operarían esa tarde. Al día siguiente, antes de comer, nos pasamos por el hospital, con su hermano ya operado y bien, imagino que bastante aburrido además, pero estaba bien. Intentábamos decirle que ahora con la cicatriz iba a ligar un montón, pero nos dijo que lo operaron de manera que no le quedará cicatriz. Se han cargado la parte divertida de tener apendicitis.
Por la noche volvimos pronto al hotel porque Gerardo se notaba raro y muy cansado. Nosotros acabamos descubriendo por qué era, pero no es decente hacerlo público. Solamente diré que en los días sucesivos más o menos conseguimos solucionarlo y nos acabamos riendo bastante xD

El lunes fuimos hasta la playa a Benicasim. Conseguimos levantarnos un poquito antes, y dimos un paseo por allí antes de ir a comer. Siguiendo su recomendación, esquivamos los sitios de guiris (especialmente uno donde servían “fideguá”) y fuimos a una pollería que, pese a lo que suena, sirve pollo. Y más cosas, pero fundamentalmente pollo asado. Pedimos medio pollo para los dos, una ensalada mediana y un plato mediano de patatas. Suerte que fuimos comedidos y no pedimos patatas grandes, porque tendrían que quitarle una mesa a otra gente para poder apoyar el enormísimo plato de patatas que nos hubieran servido.

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Luego seguimos dando vueltas por Benicasim. Acabando la playa de arena nos metimos en un espigón hacia el mar, toqué el Mediterráneo para ver que, efectivamente, está más caliente que el Atlántico (la prueba es que aún tengo todos los dedos de la mano), vimos un par de lapas y una caramuja, y luego dimos un paseo por una playa de cantos.
Al acabar, hicimos algo más que no recuerdo, y fuimos al local de ensayo. Yo iba con la cámara de fotos preparada, porque habían dicho hace tiempo que querían alguna foto, y tengo un poco de mono de sacar fotos en directo (aunque fuese solo un ensayo). Pero no pudo ser. Ellos llegaron a ensayar, y ensayaron, pero es que con ellos vino tal tropa de gente que allí no me podía mover cómoda. Tocaron una vez el setlist que tienen listo para un concierto en un festival en el que participarán a finales de mes y dieron el ensayo por terminado.

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Cogimos a un par de ellos y a un amigo y nos fuimos a cenar. Acabamos en un Burger King con más gente que se apuntó más tarde. Nos dividimos en un par de coches y quedamos en salir por la noche con más gente. Pero teníamos que pasar por el hotel, Gerardo quería ducharse, y cuando salió de la ducha ya no nos apetecía bajar. Para otra vez será.

Aquí lo dejo, para no alagar demasiado la entrada. Aún tengo más fotos (aunque todas están ya en Facebook), y más cosas que contar, como el peregrinaje que hice para volver a casa en modo zombie, y que aún no sé cómo conseguí completar sana y salva.

2 comentarios:

Sandra Gallart dijo...

¡Qué bien suena todo! (Bueno, lo de la apendicitis no tanto)
Me alegro muchísimo de que lo hayáis pasado tan bien. :)

¡Un abrazo!

PD: Los planes que acaban en el Muerde la Pasta, un Wok y pelis a montones (porque tampoco es que haya visto muchas en mi vida) me resultan muy familiares. :3

Isi G. dijo...

A mí también me suenan esos planes, saben a este peninsular jajajaja :P

Me alegro de que te lo pasaras tan bien por allí^^

¡Besos!