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18 de febrero de 2010

Carnavales de mierda

Como decía en la entrada anterior, al final todo fue una mierda.

Hace unas entradas comentaba cabreada que a finales de enero le había quedado encargado un disfraz para estos Carnavales a una costurera de mi pueblo, y que a un par de días de empezar las fiestas todavía no sabía nada de ella.
Fue publicar esa entrada y llamarme mi padre, diciéndome que él tenía el disfraz ya hecho y que me lo mandaría para Coruña a través de un vecino nuestro que trabaja aquí y sube y baja todos los días. Es decir, la señora le dio el disfraz a mi padre habiéndome tomado la mitad de las medidas y sin haberlo probado antes de rematarlo.
De nuevo ilusionada, al día siguiente fui a esperar a mi vecino a la salida del trabajo para que me diese el disfraz. Camino al piso, me di cuenta de que la señora además había incluido una cinta roja con cascabeles para atarme al cuello. Una ovejita linda, esperaba.
Mi sorpresa cuando llego al piso y voy a probarme el disfraz y lo primero que saco es el gorro. No es un gorro “normal”. Era una especie de casco espacial con babero, por lo menos. Probé a ponérmelo y me tapaba la cara, se me metía delante de los ojos, me apretaba las gafas y… me daba claustrofobia. Es la primera vez que me pasa, pero es ver ese gorro y angustiarme. Mención aparte merecen las orejas. No son orejas de oveja, son orejas de conejo. Son orejas largas y cosidas casi en la parte superior de la cabeza, y caen a los lados. Las ovejas tienen orejas pequeñas, más a los lados de la cabeza. Al ser una costurera de pueblo supuse que había visto cientos de ovejas en su vida y que sabría distinguirlas de los conejos, que no tendría que decirle cómo eran las orejas de una oveja…
También, mientras me hacía el disfraz, hablé con mi padre. La señora le había dicho que si me hacía el cuerpo del disfraz como un mono entero, si yo quería ir al baño tendría que desnudarme entera. Que si me hacía una falda. Le dije que nada de faldas. Que me hiciera como los monos de los bebés: pierna cortita y unos corchetes o una cremallera de pierna a pierna, y con abrir esa cremallera podría subirme el disfraz y no tendría que desnudarme. No sé qué entendió la señora, pero al disfraz le hizo las piernas hasta casi las rodillas y luego le puso una cremallera entre la entrepierna que a lo mejor ella piensa que es útil, pero sinceramente, ya son ganas de gastar cremalleras.
Cuando fui a tomar las medidas no me midió brazo porque habíamos acordado que el traje no tendría mangas. Cuando veo el disfraz acabado tenía mangas, hasta medio brazo. Mangas que hacían arrugas y eran incómodas en la parte de los omóplatos.
Para acabar, y la razón más importante por la que decidí no decir que voy de conejo gigante y gordo es porque… el cuerpo me va corto. Sí, me pongo el mono, me cierro la cremallera, y se forma como una arruga grande de tela que se me mete entre las cachas y me tira hacia arriba. Y no es solo la sensación, me lo vio David puesto y dice que se me marca el culo perfectamente. No pienso salir con eso a la calle.
También hay que sumarle algo que no entiendo. La señora tiene una extraña manía con las gomas. En vez de dejarme la pierna o el brazo ajustado al coser (aunque me pregunto cómo, si no fui a tomar medidas) le puso una goma en los puños, que hace que queden abombados feos y, a la hora de poner el traje, incómodos. Además, también le puso una goma en la espalda, horizontalmente, que no sé qué función tiene, la verdad.

El disfraz lo fui a buscar el viernes. El viernes íbamos a salir. Fue verlo y quitárseme las ganas. De hecho, el viernes no quise salir. El sábado consiguieron arrancarme de casa, pero ni me disfracé ni nada. Tampoco salí el resto de los días.
Como Carnavales, esta semana ha sido una mierda. Desde pequeñita me encantan, son uno de los pocos días en los que estoy poco tiempo en casa, siempre saliendo, siempre fuera. La compañía y estos días, pensados como un fin de semana, fueron muy bien, muy cómodos, muy tranquilos, muy a gusto. Pero como Carnavales, una puta mierda.

3 comentarios:

Anice dijo...

ufff.. es que creo que el carnaval es la fiesta que menos me gusta del año, y visto lo visto me alegro de no celebrarlo xD
vaya costurera de mie*da ¬¬ maldita la tia, te devolverá el dinero? es que es pa pegarle eh? ù.u

Isi G. dijo...

Ya por curiosidad, cuando la pesques en la calle por tu pueblo pregúntale si el disfraz era de conejo radiactivo o de oveja... Por confirmarlo, nada más ;)

Besotes y ánimo para el siguiente^^

Estela Rengel dijo...

Me juego lo que sea a que la goma horizontal que dices que lleva el disfraz, en la cabeza inutil de semejante descerebrada, es para que se ciña el disfraz a la cintura. O algo.

Conforme te iba leyendo iba pensando "pa partirle la boca, vamos...". Nada, chica, quédate con lo bueno de esos días aunque la parte carnavalera se haya jodido. :S

Un abrazo.